jueves, 23 de junio de 2011

Variantes del secreto III

"...salta frenética y se eleva por su crueldad sobre el nivel de las demás personas, rechinando los dientes y echando espuma por la boca como una bestia..."
(Pedro Crisólogo, robado de algún blog)
Ella, pobre animal, a la que le ofrecieron medio reino (según Marcos) y pidió una cabeza, una triste cabeza de un condenado. Toda crueldad tiene sus secretos, los monstruos se desviven por la presa, desaforados; la noche cae y lo escondido se esconde dos veces.
Bailando, marca tu camino hacia el Calvario, tu secreto de catorce estaciones, tu vergüenza bestial de tigre enjaulado.
Vamos, yo sé que podés: un paso. Lo que se escapa libera un secreto, publica una vergüenza y promete una venganza.-
M.S.

lunes, 20 de junio de 2011

Variantes del secreto II


Bien que supe preguntar cuando no debía, y así obtener respuestas equivocadas. Supe también hurgar en las cunetas y abajo de las sábanas en busca de evidencias misteriosas que me llevaran a la inevitable verdad, esa que nunca era tal cosa. Triste imitación de algo desconocido, muestra gratis de lo que se niega. Artículos pedorros, cosas plásticas compradas en Paraguay, riquezas de la China. El mundo es un mercado indonesio. Chichicastenango, la Basílica de la Lupita o la Salada: tierras dos veces santas.

Imagino a veces a Bernhard Förster y Elisabeth Nietzsche proclamando, en medio de la selva y a fuerza de meter los pies en la mierda, el legado milenario de la raza aria. Luego Förster se suicida y Elisabeth vuelve con la cabeza gacha para manosear la agonía de su hermano y retocar un poco la Voluntad de poder ¡Que viva el Nietzsche-Archiv! Hasta el mismo Adolf asistirá al funeral de la buena de Therese, aquella que cuando joven tuvo que esconder el rosto, sonrojada y bañada en bosta sudamericana.
La vergüenza es el secreto en su forma pública, puta y maquillada, vengativa, toma el atributo del fuerte para cubrir su debilidad. Nada es más peligroso.
Y ni hablar de aquella otra puta, a la que Él, el Otro, salvó de ser apedreada.
Así, mientras su hermana idiota planeaba la Segunda Guerra Mundial, Friedrich Wilhelm Nietzsche, quien pretendió incendiar el mundo, se extinguía en una cama con la parsimonia rendida de quien lo ha hecho infinita cantidad de veces.

Secretos que retocados para el escenario se vuelven cizaña, cáncer plástico y violencia de imitación. Por eso son tan populares las ferias persas, la bijouterie y el maquillaje; porque escondiendo la vergüenza tiene lugar la farsa de que todos somos iguales, de que no hay (ni debe haber) secretos verdaderos.

Hay que aprender a eyectarse a tiempo, antes de que sea tarde. Aunque, todos lo saben, nadie muere en las vísperas de la muerte.-

miércoles, 15 de junio de 2011

Variantes del secreto I

Hoy encontré un secreto adentro de una caja que tenía guardada en el ropero que está escondido atrás de una pila de porquerías en la pieza al fondo del patio donde en la casa de mis viejos van las cosas a ser olvidadas.
Me acuerdo de una foto muy vintage (ahora es vintage) en la clínica donde mi mamá me llevaba cuando era chico, donde una mujer vestida de enfermera se ponía el dedo en la boca en señal de silencio. Todavía tengo la sensación de que esa mujer sabía algo sobre mi que el resto no (o yo de ella).
En la casa de mi abuela había una pila de cajas tapadas con una lona que yo siempre le pedía ver. Ella me decía: "un día que acomode todo eso te dejo que me ayudes", pero nunca me dejó: era un secreto.

miércoles, 8 de junio de 2011

Así es como lo irritan esas pelusas que flotan por la casa y se ven con la luz que entra por la ventana

"Entonces saqué la cuenta de todo
lo que había hecho y de todas las
fatigas que esto me había costado
y vi que todo era esfuerzo vano y
correr tras el viento; no se saca
provecho de nada bajo el sol."
(Eclesiastés 2:11)

No lo sabe, pero por ahí si, piensa todos los días, por ahí si hubiera escuchado a tiempo el despertador y se hubiera levantado sin chistar y, como una caricia, el café lo esperara caliente sobre la mesa, y un beso de mujer dibujara feliz su comisura ardiente de mañana nueva, y las cosas se dieran con la diáfana tranquilidad del ciclo igual y misterioso al mismo ritmo, si todo trabajo fuera un placer sencillo y, como una ameba, apagara su mente y se dejara llevar por la corriente fresca del Pacífico, y se transformara en un hombre calmo y responsable que por fin dejó de fumar. Por ahí, con un poco de suerte, eso sería la vida.
Pero no hay nada nuevo bajo el Sol, descubre, y el gato negro que lo mira desde la silla corre la misma suerte que cualquiera, porque las bestias y los hombres son lo mismo y toda empresa es vanidad. Así, otra vez se duerme y sueña con persecuciones extrañas y con ninfas muertas y gatos y traiciones, y se levanta pesado con la frente oscura y la lengua pegajosa como un sapo y se destina a las milanesas con puré y al café tardío, y lee la biblia con la costumbre idiota de un agnóstico aburrido y, por inercia intelectual, escribe boludeces en un blog.
He aquí la vida del hombre en todo su esplendor, dibujada bajo el sol que por la ventana acusa una culpa heredada de... ¿de qué?

Por ahí sería peor, piensa, vivir engañado con alguna de las (otras) cosas que se engañan los hombres bajo el Sol: los que se creen hippies por hastío existencial y exceso de marihuana, o piensan que el ácido lisérgico es la solución a una vida pedorra, y se autoflagelan con poesía barata y cursi que encima no entienden. Las gorditas promiscuas que esperan al hombre de sus sueños que las hará adelgazar para darles un futuro de platos sucios y chicos que piden caca; los que van a misa porque no conocen otra cosa o pagan un psicólogo para volverse putos y lesbianas, o quieren salvar al mundo leyendo a Bourdieau y fundando una ONG. Las histéricas que cuando cambien los sillones y castren a su hombre alcanzarán la perfección total; viejas atragantadas de valium, apologétas perros de lo que venga, divorciadas que están seguras de haberse autorealizado, saboteadores de sí mismos, lectores de Readers Digest; un mundo repleto de hijos imbéciles de alguien que no valen la mierda con que los armó su dios. Cabrones como uno: tan sonrientes bajo el sol.

Pero no, vanidad de vanidades todo es vanidad, nos enseña el predicador. Igual es todo engaño, fútil toda empresa humana. El hijo de puta que vive a la vuelta de tu casa tiene los mismos derechos que vos sobre ésta tierra y los dos van a terminar igual de muertos y olvidados. La sabiduría es vana, los placeres son vanos, todo tiene su tiempo para llenar el mundo de bosta. Así va el hombre a su morada eterna. Te levantes o no a la mañana, tengas el café y una mina en camisón o no, seas responsable, dejes de fumar: nihil novum sub sole y la recalcada concha de tu madre, hijo de un buque mercante lleno de trolas, forro sorete larva inmunda que te arrastrás por el polvo: se te van a pudrir los ojos antes de que puedas ver algo que valga la pena.

He aquí las cavilaciones del Nuevo Ecleciastés, que tal vez se levantó un poquito pesimista esta mañana y no le alcanza para el nihilismo positivo y la sabiduría que todo lo puede, así que se pierde el mundo entero en el orto porque es más barato que la terapia y los ansiolíticos. Y sí, mañana será otro día y volveremos a despotricar con alegría.

Un blog: lugar donde se puede hacer catarsis y que pase por literatura barata sin que nadie lo lea, excepto tal vez una mujer encerrada en un departamento con la tiroides llena de radiación. Te mando un saludo y espero que andes bien, de verdad.