miércoles, 16 de enero de 2013

Epopeya de la uña encarnada


Nota preliminar: Estoy escribiendo en una computadora sin acentos ni enies. El lector sabra (con acento en la “a”) perdonar las trampas linguisticas (tampoco hay dieresis), los cintureos sintacticos y los reemplazos simbolicos en los que se incurrira el siguiente (y actual) texto  a fin de remediar tal carencia. A los efectos, el siguiente simbolo, que es lo que aparece cuando tipeo Alt+164 en esta computadora del orto, reemplazara a la letra enie: “¤”.
Muchas gracias.-





A modo de introduccion

Canta, oh diosa...

Me parece que no puedo relatar, tengo ese problema. Por eso mi escritura es ensayistica y rebuscada, no puedo (ni oralmente) encontrarle el orden temporal a las cosas. Escribo como pienso: a los saltos, de aca par alla, sin orden, sin muchas ganas. El relato moderno requiere de una racionalidad implacable, la novela realista es su punto culmine, el momento mas alto de la capacidad que tiene la sociedad occidental de aburrirme. No estoy hablando de Flaubert, por supuesto. Pero aca vamos, lo estudiamos, no puede ser tan dificil. Como iba el orden mas o menos? Ah, Si si...

Antecedente narrativo:

El personaje protagonista (que soy yo) se corta las u¤as de los pies en Malasia. Es medio obsesivo y siempre le da un poco mas de lo que se debe, ahi hasta donde termina la u¤a y empieza la carne. Se da cuenta que se corta muy mal la del pie izquierdo, que  ha dejado un pedazo molestando adentro, pero prefiere hacer caso omiso del asunto y dejar que pase. El asunto no pasa. El asunto empeora estupidamente. “La violencia estupida de las cosas” dijo Foucault respecto de la muerte de Barthes, atropellado por el camion de una lavanderia. Pobre Barthes, tambien se le deben haber encarnado las u¤as de los pies.
Para cuando el personaje llega a la isla de Koh Tao (Tailandia) la cosa es seria: inflamacion, pus, dolor punzante. Nota personal: el agua de mar no es desinflamatoria ni antibacterial.
Pero el lector no sabe todo esto, ni siquiera  sabe que Foucault se quejaba de la realidad en el velorio de Barthes, y si lo sabe no importa a los fines del relato. El lector presupondra partes de todo esto. El relato (narrado en primera persona) empieza efectivamente para el lector el tercer dia de estadia del personaje en Bangkok, luego de largas caminatas por embajadas y templos y palacios, y corridas escapando de colectivos asesinos. Para entonces, y debido a la falta de cuidados, el “asunto” ha empeorado tanto que ya no se puede omitirlo. El asunto se transformara en el conflicto principal del relato: una u¤a encarnada ha inflamado e infectado considerablemente el dedo gordo del pie izquierdo del protagonista, impidiendo su normal traslado en una ciudad (Bangkok) que no tiene piedad hacia los lentos. La u¤a y la ciudad se configuraran, de alguna manera, como los antagonistas del relato, que empieza mas o menos asi...

Planteamiento
Descripcion de espacios y personajes principales, presentacion del conflicto.

I
Por lo general no contrato seguros cuando viajo. Son excesivamente caros y la mayoria de los paises tienen hospitales, misiones medicas o curanderos de infusiones milagrosas a los que acudir si pasa algo. La otra es automedicarse o no darle bola. Pero esta vez, que se yo, el Sudeste asiatico es lejos, y si tr moris y hay que transportar tu cadaver con la inflacion y todo eso? Quien lo paga chiquito? Asi que bueno, se contrata el seguro.
Hacia varios dias que me dolia la u¤a encarnada del pie y, esperando que pase, se inflamo mas y adopto un color para nada normal. El dolor punzante desde adentro ya me impedia caminar normalmente, y Bangkok no le tiene piedad a los que no pueden cruzar la calle corriendo.

II
Ahi estaba el argentinito obsesivo en Khao San Road, con el dedo a reventar y tratando que no le pisen el pie en una ciudad donde todos pisan a todos y se enmara¤an en la orgia cosmopolita que es Bangkok. Khao San es su resumen, su punto algido. Antiguamente la calle era el mercado de arroz mas grande de la ciudad, pero fue mutando en los ultimos 20  a¤os hasta llegar a ser el punto de encuentro de todos los mochileros y gente extravagante que anda por Tailandia. Todos van a Bangkok, y si vas a Bangkok vas a Khao San Road.
Bangkok (“Ciudad de angeles”) es un monstruo impiadoso, un dragon que baila y escupe luces de neon. Solo se ingresa a la ciudad por la puerta de atras, la mas sordida y secreta. Bangkok no tiene puertas principales, y si las tiene son su cara enga¤osa, su estafa turistica, su ataque mas perverso: el que se esconde atras del brillo de las cosas.
Habiamos llegado a Bangkok un sabado a las tres de la madrugada, y es facil asustarse sin tener a donde ir en una calle que se abre como una vagina dentada y te recibe seductoramente bien. 
Las prostitutas mas horribles y las mas lindas pasean por Khao San. Por menos de lo que cuesta la entrada al Palacio Real, un europeo pasado en a¤os (“farang” para los thai) puede conseguir una chica joven y bonita que le daria vuelta la cara sin dudarlo en cualquier otra ciudad del mundo. Caminamos. Casas de masajes por todos lados, gente que vende escorpiones en un palito, amuletos, remeras, con-artists, falsos amigos, trujamanes, aistralianos completamente borrachos, unos policias evidentemente de incognito, dos lesbianas suecas, un enano thai travesti, japoneses fumando en un narguile, calzoncillos Calvin Klein, musica, ruido, bailes, gritos, comida en la calle, un ingles de al menos unos sesenta con una preciosa chica thai de no mas de veinte. El bello Tadzio ya no veranea mas en la triste y aburrida Venecia, ahora camina con su familia por Khao San, sonde Thomas Mann a venido tambien a perseguirlo. Yo te vi, Tadzio, tenias en los ojos esa malicia disfrazada de inocencia, la mirada verdadera de todo lo bello. Bangkok no tiene belleza porque carece de discrecion, la belleza es discrecion. Todo en la ciudad es apresurado, atropellador, evidente. El Buda Esmeralda y el Buda Reclinado. Risas. Por que sonrie el Buda? Es que ya no importa? Claro que no! Bangkok es la ciudad del fin de los tiempos, todos sus angeles han tocados hasta el hartazgo las trompetas. El mundo ya revento y Bangkok lo festeja.
Yo camino y busco donde dormir. Nadie me ve, sera esto lo fantasmagorico? Todos quieren que quieras algo y yo por lo general no quiero nada mas que mirar. Hoy quiero dormir. Conseguimos donde, es caro, pero es por hoy, ma¤ana buscaremos algo dentro del presupuesto.
Los siguientes dos dias son de visitar lugares, caminar mucho, ir a muchas embajadas en busca de visas, correr en las calles para que no te maten los colectivos, tomar muchos taxis y tuc-tucs. Todo ese movimiento logro empeorar significativamente la situacion de mi dedo inflamado, al punto que ya me costaba caminar y subir los cincuenta y un escalones que tengo hasta el piso donde esta mi habitacion (segundo hotel en Khao San, uno barato).


Nudo o conflicto
Desarrollo de las acciones de los personajes en torno al conflicto

III
Lo primero que decidi es que necesariamente iba atener que ir al medico antes de salir para Laos. Lo venia posponiendo pero me di cuenta que no me iba a aguantar 14 horas de viaje con la mochila al hombro sin, al menos, unos buenos calmantes recetados.
Llamo al seguro desde un telefono pago. La mina que me atiende, que se llamaba Silvina, Gisela o Fernanda, me empieza a hacer una serie de preguntas muy dificiles de contestar por la subjetividad que supone una convalecencia. Que donde me duele, que como sucedio la herida, que hace cuantos dias, que por favor describa “la naturaleza del dolor”, y otras cosas bastante estupidas ante las que yo miento sistematicamente. Se que el objetivo principal de los seguros es no pagar, y sus empleados estan amaestrados para encontrar razones que lo logren. Mi caso las tenia todas: era una herida autoinfringida y ya me habia “automedicado”, me habia puesto una pomada antibacterial que por lo general se usa para infecciones vaginales.
La telefonista le busca la quinta pata al gato, es una pelea discursiva. Yo miento y ella, conciente de mi mentira, le busca la quinta pata al gato para desenmascararme. Por fin logro que ingrese en el sistema mi pedido, pero la muy hija de puta todavia tenia un as en la manga: necesitaban un numero de contacto en mi lugar de residencia y el hotel pedorro en que me encuentro no tiene telefono. Corto. Forra malcogida. Vuelvo al hotel y logro, en una extra¤a conversacion ingles-pampeano/ingles-thai, que la chica de la recepcion me de un telefono de contacto (que aparecio de la nada).
Salgo de vuelta a Khao San para llamar a los del seguro. Llamo y me atiende un tipo que se llama Sebastian o Ignacio, a nadie le importa. El tipo me toma nuevamente los datos y actualiza mi expediente, para lo cual, junto con el numero, me pide el nombre del hotel. El hotel no tiene nombre, asi que lo invento. El secreto esta en la seguridad y celeridad de la respuesta. Logro que el tipo envie mi pedido a la casa central en Miami para que deriven el problema a alguna aseguradora con convenio en Tailandia. Mi dedo lleno de pus tiene al mundo convulcionado. Muchas Silvinas, Natalias, Marianos, Mikes y Sallys estan en este momento hablando de mi, se pasan expedientes digitales y los elevan a sus superiores que deciden. Los superiores (llamados Mr. Newman o Sr. Robledo) dicen que si y en veinte minutos me llaman de la aseguradora de Bangkok y me dicen que puedo ir al hospital. Pido ir al Adventist Mission Hospital que es el que queda mas cerca, me dicen que si. Primera batalla contra la aseguradora ganada.

IV
Siempre tuve un buen concepto de los adventistas; tienden al vegetarianismo y el cuidado de la salud (son los due¤os de Granix en la Argentina, observese la procedencia de las galletitas de salvado), usan la edicion Reina Valera de la biblia y creen menos idioteces que la mayoria de los protestantismos de procedencia estadounidense. Son buenos empresarios, por otra parte, capaces de poner un modernisimo hospital privado en un pais donde el 95% de los habitantes son budistas.
Despues de una complicada explicacion y la redaccion de un papel donde la recepcionista explicaba en tailandes la direccion del hospital para el taxista, nos subimos a un taxi en la esquina. Llegamos al hospital en menos de diez minutos. Entramos e inmediatamente el lugar nos sorprende: los pisos brillantes, amplias salas de espera con pantallas grandes, un residente nos atiende inmediatamente y nos escolta a la recepcion. Una chica y un hombre thai me indican como llenar el papeleo; me piden, entre otras cosas, que indique mi religion: None. Lleno la forma, le entrego mi pasaporte y el seguro. Entre tanto por la puerta detras mio entra un grupo de cinco israelies y, algo asustados, le indican al hombre que me esta asistiendo que uno de sus amigos no se sentia bien desde hacia unos dias. Inmediatamente un residente les entrega barbijos a todos y los hace sentar alejados del resto de los pacientes.
Termino el papeleo y el hombre me escolta hasta una ventanilla donde unas enfermeras me preguntan la naturaleza de mi problema. Trato de explicar lo mejor que puedo en un ingles que parecen entender facilmente. Me hacen entrar por la puerta lateral a la sala de guardia y una enfermera thai algo gordita (que parece la del cartel que pide silencio, con el gorro caracteristico y todo) me toma la presion y el pulso en una tecnologica maquina automatica que, personalmente, no habia visto nunca en mi vida. Mi viejo se rie por detras de la enfermera, -Estamos en el futuro- le digo. Un residente me acuesta en la camilla, prepara mi pie con mucho cuidado, con un descartable debajo, me revisa, me hace unas preguntas y, siempre con una amabilidad tranquila, me indica que por favor espera a la doctora en jefe.
Siempre odie los medicos, las mutuales, el sistema de salud. La sola idea de esperar en una clinica me irrita, pero estaba en el paraiso de los hospitales, la tierra prometida de los convalescientes. Vengan a mi los enfermos, los desvalidos, pues de ellos es el reino de los cielos! Casi que queria que me hagan estudios, que me revisen, que me pregunten, que me operen! Mi viejo me mira y se rie, enfermeras y residentes van y vienen pasandolo de largo, -Siento que estoy de mas- me dice-, pero pronto un residente lo sienta en una silla a dos metros mios.
Llega la medica, es una mujer cincuentona de pelo blanco, elegante, calma, discreta. Despues me entero, cuando empieza a hablar un poco en espa¤ol, que es filipina. Me pregunta cosas, me toca el dedo con cuidado, me revisa. Al tiempo que les explica, en ingles, a los residentes y enfermeras a su alrededor, cual es la situacion. Una vez diagnosticado me explica cual es el procedimiento y me pregunta si estoy de acuerdo. Digo que si.
Me entrego, mi cuerpo se entrega al procedimiento, soy la marioneta de las personas que el Sr. Rodriguez o Mr. Clark han autorizado, del otro lado del mundo, para que procedan sobre mi. El mundo, primero convulsionado por mi dedo, ha recuperado el control y ahora es    due¤o y se¤or de mi cuerpo. Me acomodan en la camilla, preparan el lugar para la peque¤a cirugia y, no se de donde, aparece la mesa de instrumentos. Mucha gente se esta moviendo a mi alrededor, la enfermera gordita toma un hisopo y me desinfecta cuidadosamente; igual me duele al contacto mas minimo. La medica en jefe no esta, ha ido a prepararse pero vuelve enseguida. Sus lacayos ya le tienen lista la aguja y la ampolla con la anestecia. Ella, calma en su poder y su orgullo como buena aristocrata, me pide que me quede quieto y relajado al tiempo que sostiene firme pero cuidadosamente mi pie. En mi rodilla fexionada se ha ubicado un residente y en la otra pierna, la derecha, que esta extendida, la gordita sostiene mi tobillo y un residente de aparatos mi rodilla.
Lentamente siento que la aguja penetra en el espacio que hay entre mi dedo gordo y el que le sigue. Primero es el dolor normal del pinchazo, pero despues, cuando llega al nervio, un dolor insoportable se extiende desde donde empieza mi pie concentrandose en el lugar de la herida, es el momento mas fuerte del dolor, el resto del procedimiento se vuelve soportable en comparacion. Trato de quedarme quieto pero instintivamente tiendo a moverme, hasta que me agarro del ca¤o de la camilla y aprieto los dientes tan fuerte que parece que me los voy a reventar. No se cuanto tiempo duro ese pinchazo al nervio, pero unos segundos despues de que la medica retiro la aguja senti el alivio mas grande, como de una sed saciada que, sin embargo, sabe que viene mas sed. Temblaba de solo verla preparar la aguja para la segunda dosis de anestecia, del otro lado del dedo. Sin embargo, aunque doloroso, el segundo pinchazo no represento la minima fraccion del anterior.
La medica espera unos minutos hasta que haga efecto completamente la anestecia. Manipula mi dedo y de a poco voy sintiendo que el pedazo de mi que esta tocando esta muerto, alejado, no tengo control sobre el, ahora le pertenece al procedimiento, es la parte de mi de la cual se ha adue¤ado completamente.
Cuando la medica le pide a un lacayo que le alcance un instrumento lo hace en tailandes y con una expresion mas seria, de autoridad en ejercicio. Luego vuelve a la sonrisa calma y se dirige a mi, hablando indistintamente en ingles o espa¤ol. De a ratos, adopta el tono didactico y explica en ingles a los residentes lo que estan viendo. El mismo tono que conmigo utiliza con mi viejo que sigue ahi sentado, a dos metros de la situacion. El le hace preguntas sobre el hospital o las filipinas como si no se diera cuenta que me esta operando el pie. A mi no me sorprende, es su modus operandi, estoy acostumbrado, pero me pregunto que estara pensando ella.
Primero un lacayo le alcanza una tijera sin puntas con la que hace un moviemiento fuerte y preciso que siento en el dedo. Luego ella lo mira con expresion seria y le habla en thai, el lacayo abre para ella una bolsa sellada con otras tijeras, esta vez de punta, y se las alcanza. Comienza la parte central del procedimiento.
En los siguientes diez o quince minutos la medica usa esas tijeras para urgar, revolver y cortar en la parte afectada. El dolor se siente de a ratos, pero lo que mas molesta es que actuen sobre una parte de mi que ya no es mia, una sensacion de lejania respecto del dedo que esta siendo manipulado y mi cerebro no llega a dilucidar del todo de que manera. Mi viejo, que no puede con su curiosidad, se levanta de la silla y se pone justo encima del procedimiento, parado a la derecha de la medica. Ella lo mira sorprendida, con la expresion de quien esta a punto de retar a un ni¤o, pero vuelve sobre el dedo como una madre resignada que habilita la travesura. El no nota la situacion e inmediatamente vuelve a su silla y me dice -No sabes el pedazo de u¤a que tenias metido ahi adentro.
Al rato empiezan a despejar el lugar de instrumentos los lacayos que se mueven con celeridad ante una simple indicacion gestual de la medica. Ella me venda el pie cuidadosamente y con mucha gasa, de manera que parece casi un yeso y despues me hace inclinar para mostrarme el pedazo de u¤a que me saco. Lo primero que atino es a tocarla, pero ella aleja la gaza de mi y me dice que no, por lo que ni pienso en pedirsela para llevarla. Residuos patogenos, y si. La u¤a parece la hoja de un diminuto cuchillo manchado de sangre, me vienen a la mente esas puntas de flechas y herramientas neoliticas, entiendo al verla la naturaleza del dolor que sentia y me alegro de que el procedimiento haya finalizado, aunque sus ecos se seguirian sintiendo un buen rato.

V
El primer hombre de corbata que junto con la recepcionista me atendio al principio, aparece de sabra dios donde y llamado por quien con una silla de ruedas. No me dejan pararme ni caminar, yo les digo que prefiero no ir en silla de ruedas y me indican que me siente de todos modos, como si fuera algo necesario. Me sacan de la sala de guardia y no tengo ni tiempo de hablar con la medica, me hubican  junto a las sillas de la sala de espera y no me dejan mover. Yo, como el ni¤o que soy, inmediatamente le saque el freno a la silla y me puse a dar vueltas, pero alguien vino a retarme, amablemente, y a volverme a poner en mi lugar con el freno. Mi viejo viene y se sienta al lado mio, aparece el hombre de corbata y con una sonrisa deja el Thailand Times (edicion en ingles) sobre mi falda para que lo lea. Con mi viejo nos miramos y nos reimos, bromeamos sobre que la compa¤a de seguros nos pago un tour de lujo al sistema medico thai.
Al rato viene un residente que mueve mi silla de ruedas hasta la ventanilla de la administracion para arreglar un papeleo. Firmo algo, pregunto si tengo que pagar, me dicen que todavia no saben que espere a que hablen con la aseguradora; firmo algo, no tengo idea que es, tampoco me importa. Me vuelven a mi asiento.
Unos minutos despues el mismo residende me mueve hasta la ventanilla de la farmacia donde me atiende un thai evidentemente homosexual (no es prejuicio, es observacion) a quien habia estado mirando trabajar aplicadamente. Me muestra primero una bolsa con los calmantes y me explica cuando y como los tengo que tomar, despues otra bolsa mas compleja con dos botellas de iodo y una serie de gazas y cintas de distinto tipo con los cuales me indica el procedimiento a seguir para cambiar mis vendas. No entiendo nada pero finjo que si.
El hombre de corbata me lleva nuevamente a la ventanilla de administracion donde me indican que vuelva al dia siguiente a las cuatro de la tarde. Asiento y el hombre me lleva frente a la puerta y manda un enfermero a buscar un taxi. Me preguntan donde estoy alojado y le dan indicaciones al taxista. Me saludan cordialmente, yo les agradezco por las atenciones. Todo muy eficiente, tanto que tenia un dejo de perversion, como la clinica del Dr. Menguele. Lo demasiado organizado genera tanta desconfianza como lo caotico. Bangkok es las dos cosas al mismo tiempo.

Solucion del conflico o desenlace
El conflicto se resuelve, para bien o mal. El personaje se ve transformado por el conflicto y el choque con sus antagonistas y ayudantes.

VI
El taxi toma mal por las calles y cuando nos damos cuenta de que estamos cerca de Khao San (pero alejandonos) le decimos que pare. Nos deja a dos cuadras, en una de las calles mas concurridas por paseantes nocturnos en Bangkok. No me malinterpreten, la ciudad es segura por demas, tanto como para que nuestro hotel (que da a un callejon oscuro) tenga su puerta abierta las 24 horas, pero no tiene piedad de nadie. Cruzar una calle corriendo en Bangkok es muy dificil, cuzarla lentamente y arrastrando un pie es imposible; pero extra¤amente el trafico se para lo suciciente para que pueda cruzar a una velocidad que no me genera dolor.
Nuestro hotel esta en una de las puntas de Khao san, el taxi nos dejo inmediatamente  del otro lado, donde esta el templo budista que indica el inicio de la calle. Asi empezo mi larga procesion por Khao San Road.

VII
En Khao San nadie puede entender que uno no necesite nada. Cada dos pasos alguien te ofrece fruta, alcohol, collares, masajes, prostitutas, trajes a medida, documentos falsos y todo lo que se pueda imaginar. La noche anterior habia estado caminando tranquilo una y otra vez por esta calle y las aleda¤as y tenia que evitar constantemente los acercamientos de los vendedores con un gesto para poder seguir caminando. Una colorada de rastas se acerco y me pidio fuego, despues se fue con un negro que la apuraba. Fue la unica persona que necesitaba algo de mi en Khao San. Trataba de caminar sin que me vieran y,excepto por los vendedores para quien era una preza, caminaba como invisible, sin que la gente se percatara demasiado de mi (otra vez: eso es lo fantasmagorico?).
Pero al volver del hospital me vi obligado a caminar lento, con dificultad por entre medio de la calle, sin poder  meterme por detras de las perchas de las tiendas o entre los grupos que miran a los bailarines de hip-hop. Como se habra se habra sentido Cristo en la via dolorosa? Observado, cargando la cruz de su sufrimiento? Yo tenia un dedo choto en Khao San y la verdad que la pase bomba.
La combalescencia, todos lo sabemos, es una herramienta de poder. El enfermo, el que sufre, ejerce un poder sobre los demas de demanda urgente que debe ser satisfecha, actuando sobre lo que damos en llamar "compasion", esa forma de nuestro egoismo, de nuestro miedo a ser reprobados por los otros. He ahi la dictadura de los debiles; "porque mira lo que me haces a mi, a mi que sufro tanto". Sufrimiento es poder, el cristianismo lo sabe y por eso llego a ser la religion mas poderosa de occidente. Rebelion de los esclavos.
Caminaba por Khao san arrastrando mi pie choto (y exagerando el arrastre, por supuesto) y todos me habrian paso; los vendedores por primera vez no me ofrecian nada, solo me miraban y se corrian. Habia empezado a ser visible, a existir. Y la ventaja de tener poder es que uno puede moverse a sus anchas, probar el mundo desde otro sitio. Lentamente vi a Khao San con el microscopio que no lo habia visto antes; me cruce con otros lisiados y los senti secretos miembros de la misma cofradia: una gringa que le faltaba una pata, una thai con el brazo enyesado, un chico en silla de ruedas. Vengan a mi los lisiados, los desvalidos, pues de ellos es el reino de los cielos. Khao San se abre a los debiles; la ciudad que todo lo atropella y no espera a nadie, se para asustada ante un triste dedo vendado. Que harias, Bangkok, con un hombre que carga una cruz y una corona de espinas?... El Buda reclinado, sin embargo, sonrie, no sufre, no le interesa el sufrimiento, no le interesan los desvalidos, las miserias del mundo, no le interesan los rostros en llamas y la inevitabilidad de la muerte, no le interesa nada en absoluto. Por eso el Buda sonrie, mientras que el otro se queja porque su padre lo ha abandonado. Buda no tiene padre, no tiene mujer, no tiene nada. Sonrie. Eh, mister Buda, quiere un traje? una puta, un jugo de mango? Que necesita mister Buda? Nosotros se lo conseguimos. Nada, nada en absoluto. No entiendo como esta gente pudo hacer una religion alrededor de algo tan absolutamente bello, tan discreto. Claro, esta la parafernalia que a la gleba le hace falta en todo el mundo: los amuletos protectores, las ermitas para los espiritus hogare¤os, los bodhisattvas que velan por nosotros. La misma estupidez generalizada que en todos lado, pero con nombres distintos.
Camino, observo, me muevo lento, dominante, todos se corren y tengo tiempo de ver profundamente; las caras, los colores, las actitudes, los olores. Una pareja de lesbianas se besa al paso, tres gringos discuten con una thai, unos australianos con cara de estupidos se retan a comer escorpiones y se rien, borrachos e histericos, como mujeres musculosas; Tadzio de nuevo y Thomas Mann persiguiendolo, un setenton se acomoda un poco la dentadura tratando de que su joven compa¤era no lo note. La calle brilla, los carteles, la musica, los gritos, las diez mil historias secretas que estan pasando en este momento en este reducido espacio y yo no las conozco, Yo no las conozco! Ah, si las conociera... Serias mia Bangkok, habria escrito el relato de todas tus caras y te habria ganado, yo y mi dedo napoleonico.
Llego al final de la calle, al callejon que da a mi hostel. En una mesa chiquita de madera esta sentada la colorada de rastas de la noche anterior. Parece que me reconoce, se sonrie y pregunta que me paso. Yo levanto la comisura de los labios y le respondo que nada, que nada de nada en absoluto.-
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Aclaracion final: el texto anterior no ha sufrido ningun tipo de correccion ni edicion y ha sido escrito con dos cervezas arriba a la madrugada, en un banquito incomodo de un hostel pedorro que solo tiene computadoras con teclados tailandeses. El autor acababa de ser sometido a un una pequeคa cirugia en el dedo gordo del pie izquierdo por lo que, tambien, se encontraba bajo el efecto de diversos analgesicos y anestesicos, cuya accion en el organismo de ningun modo debe confundirse con el estado espiritual que la religion budista denomina "Nirvana". Se aclara todo esto porque no vaya a ser cosa que alguno de los honorables miembros de la Academia Nobel diese con esto blog buscando pornografia y no tuviera el texto en consideracion para el mentado premio por encontrarse en un deplorables condiciones linguisticas (sin dieresis).
Muchas gracias.

Mateo Green (Todos los derechos reservados) Enero 2013.
Cambio y fuera.-