Habré muerto antes, sí, acaso no sea ésta la primera vez. Pero (dije 'pero': un alto en el tiempo, anuncio de abismos dichosos)... si por casualidad me desgarran los miembros una horda de inquisidores a destiempo y, como Edipo, me arranco solito los ojos y a mi verga todavía húmeda se la tiran al mismo pescado que se tragó la de Osiris, y al hígado me lo come un cuervo en la punta de un monte, y donan mis riñones a algún pelotudo, y a mi corazón se lo sirven con ravioles a Erisictón, y mis pulmones marchitos fertilizan plantaciones de tabaco doblemente cancerígeno y, encima, leen a Louise May Alcott en mi velorio... Tengan a bien recordar en mi calvario que nunca pero nunca pero nunca de los nuncas, será suficiente el castigo que puedan proveer a mi desprecio.
Soñé que le ponía granadas a la gente cursi. Hay que matar ese amor...
Soñé que, en tu casa, el tiempo era aquel tiempo. Hay que matar todo amor...
Soñé que te vestías para matar a mi amor. Yo amo ese amor que va a ser asesinado...
(–Señores: se los digo entre paréntesis)
¡Riiiing, Riiiing! Es hora de levantarse mis pequeños reventados. (Menos mal que lo real siempre es un consuelo)
–¿Qué hay para desayunar?
(–Señores: se los digo entre paréntesis)
¡Riiiing, Riiiing! Es hora de levantarse mis pequeños reventados. (Menos mal que lo real siempre es un consuelo)
–¿Qué hay para desayunar?
New wave of hate~
ResponderEliminarYo tuve un sueño hoy, oh, pibe...
¿Qué hay para desayunar?
ResponderEliminarHiel.
Respecto a Augusto Z, los "Elige tu propia aventura" eran varios. No recuerdo cuáles.
"... siempre me queda ese gusto amargo que no sé qué es real y qué ficción."
Cuidado, Mateo. Augusto Z tampoco diferenciaba la fantasía de la realidad.
Al menos, no salgas armado.
Abrazo y gracias por pasar.
Un gusto siempre leerte.
Se te durmió el blog, Mateo.
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