jueves, 28 de enero de 2010

Insomnio VII


Es que para explicar muchas cosas tendría que escribir, por ejemplo: la noche está estrellada y etc., etc. Pero a mí los lugares comunes a veces me sudan por debajo de las escamas (porque hoy soy cocodrilo), mejor que no entonces. Es que para explicar, de verdad explicar, te tendría que meter en la cabeza todas esas cosas que se forman, como globitos primero, y después se hacen mundos diminutos, obsesiones microscópicas, tareas inconquistables bajo el Sol. La cosa es que un poco es cierto el lugar común, y la noche esta estrellada, tranquila y fresca, ninguna golondrina chillona en mi ventana, ningún amigo de esos que corren la escoba con la que trabo la puerta (o la ventana). Digamos, la noche esta estrellada y tengo ese disco de Coltrane y Monk tan agradable y algún poemita de Baudelaire, que tristemente nunca me gustó. La noche está tranquila y estrellada, igual a ese verano en que unas piernas como tijeras me cortaban las sábanas para hacer trenzas de telas con florcitas.
Así, más que eso qué decirte, la tranquilidad es una nada maravillosa. Una angustia de soledad mansa, como un tigre que se deja acariciar. Y estas noches son eso, qué decir: buscarle pulgas al tigre. Así (me gustan las redundancias y las cacofonías) los guerreros hacen su vela de armas frente a Troya (otro lugar común), las mujeres despechadas lloran abrazadas a la almohada, el poeta escribe inmundicias ilegibles a alguna Beatrice que se encama con otro, Beatrice y el otro también en sus trajines, la Luna obligada al acoplamiento de marea, Eos y Tritón, las prostitutas, la Nada y Yo, el sexo húmedo, las tijeras otra vez, llorar un poco (de cocodrilo que soy nomás).
A veces miro la hora y pienso que por ahí el Valium o un poco de marihuana en la pipa. A veces miro la hora y pienso en tus tijeras sacando a Sirio del cielo para cosérmelo en el pupo. A veces miro la hora y hace como mil trescientos cuarenta y dos insomnios que no venís por ésta cama.
Es que el cinismo se fue a dormir antes que yo y me atraganté de cursilerías. No sé, volvamos al Valium y las estrellitas a ver qué pasa.-


M.C.A

3 comentarios:

  1. Me nombrás a Coltrane y Monk, a Baudelaire, me hablás de tijeras, de Eos y Tritón, de prostitutas, de la nada, de VOS, de ¡VOS!

    La noche está estrellada y tranquila, porque lo defino así, porque muchos lo definen así y soy un copión.

    "Dejame acariciar tu femenina vanidad, y abandonemos la vacilación... sube al valle de Valium" cantá el puto de Dargelos y lo nombro porque es grasa y lo escucho porque también soy grasa.

    Y María y el Sol no se equivocan cuando hablan de tu egocentrismo inmundo. Vos querés que yo te "escupa" algo, yo te escupo la cara, porque soy un ordinario que odia a las ballenas en pelopinchos.

    Y aunque odie a las ballenas en pelopinchos admiro tus delirios de insomnio, que no son iguales a los mios.

    Por tu culpa, por tu culpa, por tu grandísima culpa.

    José Hid

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  2. Y sin embargo la bailante e incluso tirarme pedos en la cara de alguien (preguntale a quién se deba). Me gusta cuando me pongo grasa pero lo forrito me sale tan bien que es una lástima desperdiciarlo, así que me lo guardo para mi (no es una disculpa).

    A mi nisomnio lo lees por fibra óptica y yo al tuyo, y a la pelopincho la tengo en el patio tapada con una lona y a la ballena la mataron los japoneses y culpa no siento nunca. El resto es metáfora barata, nada más, es que la realidad viene media pedorra ultimamente.

    Buenas noches (o buenos días amigo José), un gusto este insomnio y otros tantos del otro lado

    (como me gusta la crueldad)

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  3. Antes de acostarme, repito (porque me salió lindo)...

    Te molesta que sea más loca que las locas, que sin ser gay es todo un logro... (además me gusta Morrisey)

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