miércoles, 3 de agosto de 2011

Cine III: tardes y noches al pedo

Día libre. Licencia en el trabajo, terminé de estudiar. A la tarde vino lamujercuyatiroidesnoandadeltodobien y nos comimos un pedazo enorme de torta con crema pastelera, dos flanes caseros (light) y nos tomamos un litro de mate amargo. Descomunales reflexiones literarias, filosóficas, psicológicas y sobre todo fisiológicas.
Después me puse a pintar en el patio y más tarde vinieron Frida y A. (sin el perro) y tomamos un litro más de mate y nos comimos una bolsa de Variedad Terrabusi. Viajes y gente.
Terminé de pintar,
acomodé y ya era tarde. Me puse a cocinar un estofado de papas y carne para mí solo porque me lo merezco. Mientras tanto cargué casi al azar una película argentina: "Una semana solos" de Celina Murga. Bien, muy bien, aunque tampoco para exagerar. Me dio una sensación parecida a "La ciénaga" de la Martel, pero no tienen nada que ver; es que me genera una tensión constante el poco diálogo y la falta de banda sonora, como que algo está por ocurrir, siempre (aunque nunca pase nada), como cuando eramos chicos y era verano y pasábamos la siesta en la quinta de mis tíos (estoy hablando de "La ciénaga", creo).
Después de mimarme con la excelente cena que me preparé y haber agotado las posibilidades de internet en cuanto a 'videos de monos graciosos', cargué una que tenía ganas de ver y que por cuestiones culturales y esas pelotudeces tendría que haber visto hace mucho: "Hannah y sus hermanas" de Woody Allen. Es que el hijo de puta hizo muchísimas peliculas, pero nunca deja de gustarme. En la línea de "Annie Hall" o "Manhattan" (pero no tan buena), de argumentos complicadísimos donde gente se gorrea entre sí y se arrepiente o no. Y aunque prefiera las graciosas de los 70's como "Love and Death" o "Sleeper", siempre hay un detalle que me conmueve en éstas otras, como la felicidad de un tipo por no recibir una mala noticia, o acordarme de que alguna vez leí e. e. cummings...


Paré la película al medio, busqué la versión entera del poema en inglés y lo traduje para Vos, porque no me conformaban las versiones que encontré. Así de cursi y patético ando por la vida.
Alguien tenga piedad y dispareme en un huevo, por favor.-

martes, 2 de agosto de 2011

Cine II: "Felicidades" de Lucho Bender

No me gustan las revisiones de películas, creo haber escrito una alguna vez para algo, pero definitivamente no es lo mio, menos como lector. No conocía al director antes de verla y ahora me entero que se murió en el 2004, que mala leche. Se puede ver acá, si les interesa.
Soy un convencido de que las películas me gustan según el estado de ánimo que cargo y que me gustan más si estoy solo. Hoy mandé el trabajo final de semiótica y, pasado de vuelta de un par de días sin dormir, tenía que llenar la madrugada con algo ¿Alguna vez dije que me encanta mi departamento? Por eso salgo poco, además tengo patio con asador y eso siendo estudiante es como la veta madre. La gente viene a verme, no hace falta moverme mucho. Hoy tuve suerte.

Las actuaciones de Pablo Cedrón, Luis Machin, y muy especialmente de Marcelo Mazzarello no tienen precio. Gastón Pauls nunca me gustó, pero le encontraron un papel que le queda justo: de boludo. Actúa Cacho Castaña y siempre es un gusto ver al gordo Casero en una película de short y unas ojotas que le quedan chicas, aunque haga siempre el mismo papel (soy la única persona entre mis conocido que le gustó Todas las azafatas van al cielo).
La escena de la planta nuclear es increíble solo desde el punto de vista de las cámaras y el decorado. Hay unos giros en el argumento bastante absurdos que logran ponerte verdaderamente incómodo.
Un detalle mínimo que no tiene nada que ver con la historia caló en lo más hondo de mi sensibilidad. En el 92' (yo tenía seis años) cuando fuimos a Nicaragua mi viejo me regaló un póster de una guerrillera nicaragüense amamantando, que todavía tengo pegado atrás de la puerta de mi ropero. En la película aparece la misma imagen modificada en un contexto y con una finalidad totalmente distintas.


Lo curioso es que anoche había estado pensando un montón en cuando estuvimos en Nicaragua, y un recuerdo particular de ese lugar, borroso y un poco fantástico, como todos los recuerdos de chico. Después, ya de grande, la fachada del aeropuerto Augusto César Sandino en una escala que hizo el avión antes de Guatemala.

Me gusta el cine argentino, me hace sentir un pelotudo. Me parece que de eso se trata un poco, de la experiencia existencial y estética del pelotudo.
Que se yo, por ahí si fuera rosarino o porteño. Pero el fenómeno que nos toca es el mismo, ciudad más ciudad menos. Nací en el sur de Córdoba, en la puta pampa húmeda, todo lo que somos es una absurda extensión de tierra vacía que, en el fondo, nos hace cagar un poco de risa.
Unos pelotudos bárbaros.-