domingo, 28 de febrero de 2010

Lunas verdes

La noche escalera
Criminal que se arrodilla
Sin querer.
La noche cualquiera
Quiere penetrarte
En mi sillón

Y en la fiesta de agua
De placer
Dar vuelta la Luna
(De adentro para afuera)

Toda oscuridad:
Una verdad

Mi boca:
Como una flor invertida

M.E.

viernes, 26 de febrero de 2010

Introducción a la historia de la metafísica



Dicen que atrás del mundo hay otro mundo que es mejor. Por eso es tan popular la muerte limpia, la cacería de ranas en el ojo de agua de la noche. Dicen que es tan fácil vivir por siempre, nomás hay que dejarse llevar como vaca por el corral de lo eterno, agachar la cabeza cuando hace frío, rezar, comer liviano.
Anoche un dios vino a mi casa. Hay que ver como lloran los dioses; es una cosa patética, lastimera, como un perro flaco y enfermo. Y como a mí no me gusta el sexo de las estatuas, le reventé los ojos para que se desangrara a morir. Si, los dioses mueren. Lo que es peor: vienen para que yo los mate.-

El Mateo más feo

Arriba: "Bodegon con costillas y cabeza de cordero" de Francisco de Goya y Lucientes

La muerte de los otros

En la frontera: los escandalosos.
Un poco de pomada de Luna
Para tu dolor de ovarios

¡Ay, no te quejes de la vida!
Siempre un juego perverso
Siempre una maroma
Siempre una muerte
Despacio
Buscando cicatrices en la piel

¡No te quejes del último día!
La destrucción
con nada se conforma

M.G

miércoles, 17 de febrero de 2010

Astronomía básica

- Hola
- Hola
- ¿Qué haces?
- Espero a que la galaxia de Andrómeda colisione con la Vía Láctea
- Ajá ¿y cuándo es eso?
- En cinco mil millones de años
- Falta…
- Soy previsora


(Y así es como por entonces copulaban)

sábado, 13 de febrero de 2010

Sobre la tormenta


¡Evohé! Lluvia ¡Evohé!
¡Viva Eleuterio!
¡Viva el Dimorfo!
Viva lo que elige vivir
Incluso a costa de la vida misma
¡Afírmate a ti mismo!


Todos mis dioses saben bailar
(No sé los tuyos)



M.D



Arriba: Caravaggio, que como nadie pintó al Ditirambo

Estados de ánimo

A Florencia B. (por la idea)



Yo soy el que quiere ser un infeliz.
Sí, soy yo

Dale, haceme el favor:
Bombardea mi casa con mierda,
Matame el gato,
Comete todos los caramelos antes de que llegue.
Dale,
Que estoy sonriendo como un estúpido

Yo soy el que quiere ser un infeliz.
¿No ves que estoy podrido de tanto gesto amable?
¿De tanto jolgorio repetido?

Por favor,
Por favor te lo pido:
Poneme saliva en los oídos,
Disparame en un testículo,
Regalame un viaje a Mar del Plata.

No sé, mirá
No hago otra cosa que tirarme pedos
(de colores)

M.I.

Cosas viejas refrescadas II


Exilio

Chau
Te digo chau
Te vendo una tertulia
de trujamanes sorprendidos

Y las yemas de mis dedos
Y los dedos de mis manos
Y las manos de mis brazos
Y así etcétera



La circularidad de la carne
Que poco interes en el desinteres de las cosas
En el volver a volver a revolver
En nostalgias de nostalgias de nostalgias.
Que terrible

Me cansé, he dicho,
De andar dando circulos
En la rotonda de la ciudad de los nadies
En la palabra redundante que me ahoga
En la carcel de los presos del pasado

Ridículo
como una ballena emplumada


-Inmundicias escritas en el 2005 y 2006 (respectivamente) y retocadas hoy, febrero del 2010... Pero no te ilusiones tontita, no existen maquillajes tan milagrosos-

Las orgías


“¿Podrás creer que he visto con mis propios ojos a la Sibila de Cumas, suspendida de una escarpia? Cuando los muchachos le preguntaban qué era lo que deseaba, ella les respondía siempre: ‘Quiero morir’”
-Petronio, Satiricón XLVIII-



El Satiricón no nos ha enseñado nada nuevo. Nos hemos regocijado, si, en su lectura como en la de Boccaccio o Juan Ruiz. Hasta sabemos de memoria versos goliardos y los recitamos si la noche se descubre. Pero ya nada, no. La realidad nos cubre con su manto espeso y la literatura parece un chiste, no hay metáfora capaz de, no.

La cuestión es que cada tanto, sin saber cómo ni por qué, se desatan nuestras Orgías ¡ah, nuestras orgías! Si usted supiera señora… De repente en una noche de verano alguien se desnuda y sale a la calle. Nadie osaría en el pueblo desentender semejante llamado, la Orgía empieza y todo viejo, adulto o niño que escuche participará; en la plaza, en la iglesia, en la casa de Raquel la verdulera, en el patio de la escuela. Donde sea, donde mande la pasión y el desvarío: Orgía.

La cuestión es mantener la naturalidad. Con el tiempo, con las generaciones, hemos aprendido a separar esto (que en realidad no comprendemos del todo) con la simplicidad de nuestras vidas cotidianas, muy propias de un pueblo pequeño y pampeano, de mañanas húmedas y grandes extensiones de nada. Así, cuando el padre da la misa o Raquel elije las sandías, nadie piensa en la impía boca que alojó al gracioso miembro o en los ominosos orificios que la mano habrá explorado. La Orgía es otra cosa, un aparte, un paréntesis absoluto, una acotación disociada del resto del texto, de la existencia. Nada de la orgía debe contaminar la vida ni, dios nos libre, viceversa. Piense en nuestros días comunes, en el esfuerzo sobrehumano que hace quinto grado B para no recordar a la señorita Eduviges en el paroxismo del éxtasis cuando un grupo de adolescentes (a quienes alguna vez explicó la regla de tres) la penetra por cada uno de los lugares donde, terrible su suerte, una mujer puede ser penetrada. Piense en esto y comprenderá la magnitud de nuestro sacrificio cotidiano, la razón por la que no tenemos consideraciones morales respecto a lo que hacemos. Si algo nos salva del tormento, este esfuerzo es.

Nosotros, personas de bien, atentos a la religión y las buenas formas, con gusto nos uniríamos a quienes rechazan prácticas tan deleznables como las nuestras. Pero la Orgía no pregunta, toma forma sola, más allá de la voluntad, más allá del tiempo, como si una flauta sonara levemente en el aire rebelando al hombre contra todo lo que es, cubriéndolo de espanto contra sí, reventando en un soplido cualquier consideración, culpa, máxima moral o lo que sea. La Orgía se abre paso entre la gente de este pueblo, lentamente nos atrapa uno a uno y no hay quien sea más fuerte, no hay quien más débil. Con su siringa nos hipnotiza, con su cayado nos guía, nadie no es hijo de la vida, nadie se niega al Si absoluto, a la Maldad. Dile al mundo, viajero, que el gran dios Pan vive hoy, muere mañana.

Imposible atender a fidelidades, promesas o compromisos asumidos. No, la Orgía es otra cosa y no se contamina con la vida, ya he dicho. Lo único que perturba éste equilibrio entre lo pasional y lo cotidiano es el ansia de morir. Sí, claro, imagínese usted, tanta vocación de deseo, tanto gusto por lo prohibido y de repente tener que trabajar en un banco y sonreír, tener que amar todos los días a una mujer ajada por los años, limpiar la vereda, comprar el pan. Ahí termina nuestras ganas de sacrificarnos, donde empieza el terrible, íntimo e incomunicable deseo del suicidio; que en lo personal seguro todos viven como un alivio, una liberación.

La consecuencia brutal del dios ambiguo es el miedo colectivo, el pánico, palabra que graciosamente proviene de su nombre. Todos tememos a la Orgía que vendrá a intervenir para regocijarnos y a la vez destruir las verdades simples que tanto nos cuesta construir. Preferiríamos morir antes que soportar nuevamente tanto placer, tanto desvarío. Un hombre con miedo es peligrosísimo para sí, imagine cientos, miles. Así que no juzgue, viajero, si un día pasa por aquí y detrás de esta advertencia encuentra solamente las ruinas de un incendio descomunal. El fuego: único redentor en la tiranía del fuego.-


M.P


Arriba: "El abrazo" de Egon Schiele (Casi tan bueno como Klimt, infinitamente más cruel)

domingo, 7 de febrero de 2010

Senumoc Seragul


Es tan puro ir al almacén y comprarse una bandeja de ravioles que en la cola de la caja me largo a llorar de la alegría. Las panaderas me guiñan el ojo derecho, las mujeres en la calle me dicen “¡Mateo! ¿Dónde vas?” y yo siempre voy al mismo lado, siempre.


Caprichitos y modorras a la siesta, a la noche y a veces en pleno mediodía. Nunca me subo dos veces al mismo colectivo ni me cambio el calzoncillo roto para ir a las orgías. Al frente de la góndola de los lácteos me bajo los pantalones y grito porquerías a los padres de familia. Cuando un sachet se revienta contra el piso inmediatamente me tiro a lamer los azulejos ¡Qué placer inigualable el mío! Cuando te vas ojerosa a las ocho de la mañana me tiro un pedo para festejar este desatino, esta magnífica intervención de las malas costumbres en las mañanas ajenas.

Mi monstruo se llama Senumoc Seragul y lo abrazo antes de acostarme para saber que todo anda bien. El monstruo gruñe y patalea y yo más fuerte lo aprieto sonriendo. Todos los monstruos de la cuadra me temen, soy el terror de los prodigios, el gran coleccionador de cosas únicas, el antihéroe que invita a los enemigos a tomar el té (peor de los ultrajes).

Me gustás porque sos única, porque desestimo todo lo que hay en vos de general, todo lo que te defina como universal. Vos sos el sustantivo que no admite plurales, la efervescencia de lo irreproducible. Ésta mañana en particular, esta forma del Sol entre las rejas, éste mate, no otro, no el mate en sí, no; éste mate Sí.

¿Cómo era la tía de Atila el huno? ¿A qué olía la mierda de Bucéfalo, la de Incitatus? ¿Cómo cogía Aristóteles? Todas esas cosas le pregunto a Senumoc Seragul mientras lo abrazo y me río (Cinismo: método que consigue la transmutación de lo pesado en leve mediante el desprecio, la burla, la risa), entonces Senumoc Seragul llora como chancho porque de repente sabe que no existe. ¡Viva Sirio el Can! Guía de los filósofos llamados perros. ¿Será por eso que se contradice Zaratustra? ¿Por qué Ésta flor? ¿Por qué Ésta mujer?


M.U.
-El cuadro de arriba (que no sé si se llama "Mujer y Pulpo" o "Sueño de la mujer del pescador") pertenece a Hokusai, quien se pensaba capaz de llegar a la total individualidad de cadá línea y punto refutando los postulados de la geometría