martes, 26 de febrero de 2013

Ensayo abortado en aterrizaje forsoso que terminó siendo una diatriba a los lectores de este blog


La foto es mía, la máscara también. El libro del que tiene la culpa de todo esto.

Me gustaría haber leído más a Heidegger y que me gustaran esas cosas y entender el concepto de Alétheia para poder aplicarlo en un escrito por el que vendrían hordas de académicos de todo el mundo a vanagloriarme y a criticarme, que para esa gente es como lo mismo... Igual, por otro lado es mentira que me gustaría eso, estuve leyendo otra vez, y con el peor de los aburrimientos, un poco de psicoanálisis, y estos tipos se citan y pierden extensos párrafos discurriendo sobre quién fue que acuñó tal o cuál término. El mismo Freud se peleó de muerte con otro tipo porque los dos se adjudicaban el concepto de bisexualidad. Una tremenda idiotez. Me alegra haberme ido de todo eso, de las obligaciones que acarrea todo eso. 

Queridos amigos que tienen becas en boludeces: la estoy pasando bomba; como, cojo y cago bien, además, y sobre todo, por primera vez en mi vida me satisface plenamente la manera en que pienso y escribo. Les deseo la peor de las muertes. Con amor: Mateo.-

Sé que Alétheia es lo evidente, lo que no se oculta (o más bien lo que se desoculta), y entiendo que no es lo mismo que decir "verdadero".  Después hay que develar el verdadero camino del Ser y todas esas giladas. Yo quiero hacer lo contrario, quiero escribir sobre algo ocultándolo totalmente; con suerte rozar un poco sus bordes, sugerirlo, escribir discretamente. De tal manera voy a escribir ese día (porque les prometo que lo voy a hacer, hijos de puta), que lo que yo quiero decir buscará caminos misteriosos y se volverá tan evidente, se posisionará sobre todo de una manera tan absoluta, que no va a ser otra cosa lo que esté ahí, sin ser nunca nombrado. Yo quiero una escritura del Secreto.

El pelotudo de Eco trajo a colación al lector, y no hay nada más mierda en este mundo que el lector ¿a quién le importa el lector? A todos nosotros después de Eco y de la explosión que ha tenido el mercado editorial en los últimos años. Nunca se dijo tanto para tantos. Cualquier hijo de vecino como yo tiene un blog y publica desinteresadamente sobre lo primero que le viene a la mente a las 4 de la madrugada sabiendo que tiene que laburar a las 7. Hay Facebook, Twitter, revistas de papel y digitales a roletes, es muy fácil publicar, hacerse público, hacerse para los otros. A mi me revienta escribir y pensar cómo me leerán,  pero sin querer lo hago, todos lo hacemos, "sino para qué mierda escribís" dice C., y sí, es un acto teleológico, la finalidad es el lector, tiene "razón" la boluda. Serán tristes mis treinta seguidores, de los cuales me deben leer efectivamente solo cinco (y mi vieja, que no tiene cuenta de google), pero me debo a ustedes, desconocidos, y ustedes son los que me cagan cada vez que me siento al frente de la máquina.

Desde chico escribía en cuadernos que mostré a muy pocas personas, unos los mostraba más, otros menos, otros nada. Algunos de esos cuadernos tenían un tema al que siempre volvía, literal o subrepticiamente, hacía las tapas con collage y solo escribía con lápiz. Tenía muchísimos guardados en diversos cajones. Un día, como a los veintialgo, me los llevé a un parque y los prendí fuego. Nada de poético, fue bastante patético porque la llama se hizo muy grande y había mucho humo y otros paseantes, y tuve miedo de que alguno se hiciera el loco y llamara a los bomberos o algo así. Pero sin embargo me sentí bastante libre, había hecho algo totalmente en vano, y todo lo que no tiene finalidad libera.

A este blog, me acabo de fijar, lo empecé un 23 de Septiembre del año 2009 a las 9.55 Pm, es un blog de libra; copiando la actitud a Guillermo, de quien soy un ferviente lector y, espero, pueda decirme con más exactitud cuales son las consideraciones planetarias que tengo que tener porque, la verdad, preguntárselo a la astróloga que me hizo la carta astral a mí me da un poco de vergüenza, más si encima me cobra... En fin, este año van a ser cuatro años. Sigo con los cuadernos pero mucho menos, ahí mi escritura es totalmente distinta, como si fuera otro. También tengo cientos de archivos de word desperdigados por diversos discos rígidos llenos de novelas sin terminar y otras sin empezar, cuentos, poesías, ensayos, obras de teatro y cosas que ni género creo que tengan. He escrito cosas muy buenas (lo digo con toda la vanidad posible) y algunas que dan calambres de lo malas que son. Lo único que me salva de ahogarme en el mar de la superabundancia de mi propia idiotez es que todavía no sé porqué escribo, pero no puedo dejar de hacerlo. Cuando escribo acá es otra cosa, hay veces que me hago el gracioso o pongo ciertas cosas porque tengo lectores (y, bueno, mi vieja). 

Eco: sos un viejo puto y "El nombre de la rosa" es un libro de mierda, todo lo que pensás sobre apocalípticos e integrados es bosta, bosta y más bosta. Yo soy tu lector modelo, viejo marica. 

Pero la verdad es que me divierto, y por eso capaz sigo acá, aunque esta no sea la escritura que yo busco y quiero, y ustedes no tengan ningún interés en saber esto sobre mí, a quien no conocen.

Yo no sé por qué ustedes tienen un blog, o escriben, o hacen lo que mierda sea que hacen; pero también soy su lector y me encantaría saber si eso que hacen los conforma, si eso que hacen es lo que quieren hacer, digamos, la forma de su Alétheia... Como lector, al que sinceramente espero que odien, les digo que a la mayoría disfruto mucho leyéndolos y también no, a veces digo "pero que pelotudos", a veces me revienta que se les hayan ocurrido cosas antes que a mi y a veces me divierto y ya está.

Yo, El Lector, en mi total omnipresencia y poder absoluto sobre lo que escriben, aplaudo y defenestro por igual a los siguientes blogs: 


Al final esto no tiene nada que ver con lo que iba a escribir al principio, que eran los avances de mi reciente y azarosa investigación sobre la bisexualidad en la historia, o algo sobre el secreto, que se yo. Pero es mi blog y hago lo que se me canta el forro del orto. Lo voy a publicar igual, a ver qué pasa, y a ver si me tengo que poner a hacer otra cosa en vez de perder las horas de sueño que pierdo acá.

Atte.: Mateo Green.-


viernes, 22 de febrero de 2013

Cine VI: "Hierro 3" de Kim Ki-duk


Conocí a Kim Ki-Duk, o por lo menos a sus películas, allá por el año 2006 cuando empezaba a estudiar en mi tercera universidad, después de haber abandonado de manera patológica en las otras dos, luego de un largo periodo de recondensación sobre mí, en el que junté mis partes y rematé, a la manera de la frase de Pico de la mirandolla, mi verdadera forma.
Fuimos a un cine club en el alto de un club (valga la redundancia), no me acuerdo con quién. Por aquel entonces el ambiente me parecía medio intelectual, serio, con esa concepción estúpida de algunas cosas que tiene uno cuando todavía es muy joven (y no es que lo haya dejado de ser, por el contrario, me siento un tipo mucho más nuevo que en ese tiempo), hasta que después se van conociendo a los boludos atrás de las caras y uno se da cuenta de que esas cosas no existen, esas cosas serias... Por supuesto que yo iba más que nada para ver mujeres, ya que venía persiguiendo hace rato a una estudiante de cine que dicho sea de paso jamás me dio bola. Estaban preparando para pasar "Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera" y habían puesto a un boludo al frente para que hable un poco antes de la pelicula. El boludo era un estudiante también joven, de pelo suelto y barba desarreglada, que en similar y franco plan de levantar minitas de primer año, se puso a hacerse el copado con esa resolución que tienen los que no entienden nada... Me acuerdo que dijo que para entender la película había que tener en claro el concepto del Eterno Retorno de Nietzsche, y yo, aún sin haberme tragado tres veces el Zaratustra, pensé: "pero que boludo...".

A la película la vi y me encanto, la vi varias veces incluso, y nunca pude encontrar ahí a Nietzsche, ni todas las pajereadas con las que se atragantó el de la barba. Pasó el tiempo y la mina de cine no acusó recibo y me olvidé y me pasaron otras cosas y la vida se fue dando torrencial y delicadamente, sin que le calentara demasiado Kim Kiduk; pero siempre me quedó la sensación de que a esa película la había visto en el momento indicado, cuando yo, también, tenía que arrastrar mi propio peso atado a la cintura, colina arriba.

Años después con una novia que tenía alquilamos y vimos "El tiempo", y me pareció una mierda absoluta, salida de otro director en otro momento, con un argumento pedorrísimo y una cosa como de fondo con moraleja que me dejó ese gusto amargo a moral que solo se limpia revolcándose como un animal.... Andate a la mierda Kim Ki-Duk, pensé, forro, sos un koreano forro y no te banco.

Después, como de casualidad, porque un amigo la había bajado, vi "El Arco" y ahí le agarré cariño de nuevo al koreano forro, por la sencillez de la trama mágica, bien a lo asiático, sin la moral esta vez, había vuelto a lo Necesario, a eso que tiene que darse en el mundo no por un imperativo, sino ya por la absoluta decisión y necesidad de ser, de presentarse atravesando lo contingente como la flecha que cae sobre la vagina de una mujer y le quita su virginidad, cumpliendo, de una forma sutil y elegante, su promesa de existir...  Hay unas casas, junto al delta del Mekong, que parecen crecer como juncos desde el río y se levantan altísimas, y sus habitantes se asoman al abismo sin barandas para escapar graciosamente a la muerte en sus quehaceres cotidianos, son mágicos y a la vez son reales, elegantes en la simpleza, como esas vasijas con plantas de agua y peces de colores que los tailandeses ponen en todos lados, como un sueño que no se distingue de lo real.

Hoy vi Hierro 3, me la trajo mi buen amigo El Loco Esteban, a quien le estuve discutiendo por un buen rato que había sido él el barbudo que dijo esa vez lo de Nietzsche y la película. Parece que no había sido, pero bueno, usted me entiende Dr. Monteleone: mi afán de discutirle a un recuerdo, sepa  disculparme por favor.

La película usa un único tema como banda sonora, de manera diegética (aaaah, los cagué mierda, aprendí cosas de cine y eso que nunca me levanté a la minita), los dos personajes principales no emiten palabra alguna, solo ella, llegando al final; y la trama es tan simple como bella en su falta total de explicaciones innecesarias, propias del cine occidental, discursivo. El discurso es algo pesado, engorroso, y es solo la liviandad de la desaparición lo que buscan estos personajes, la absoluta libertad del la autoaniquilación. Ahí le erraste Kundera, conceptualizaste hasta el hartazgo lo que Kim Ki-Duk se limita a mostrar en funcionamiento, pero vos no podías hacer otra cosa desde Praga, donde Kafka pensó más de lo que vivió sobre todo lo que en este mundo es pesado y engorroso.

Desaparecer. Ser en ninguna parte y en todas, liviano y violentamente metódico, como las representación de Buda en su actitud de calmar la mar, decidido con el cuerpo que, nosotros lo olvidamos, es también el alma. No hacen falta palabras para eso. Después el Budha se reclina y consigue la iluminación, sonríe, y eso exaspera a los oscuros. La sonrisa es una aceptación tranquila del mundo, del absurdo del mundo. Budha siempre está sonriendo levemente, aceptando, sin ningún tipo de resignación, por otro lado.

Me acordé de vos corriendo con el vestido suelto y los zapatitos en la mano por el camino del patio, y era una mañana de verano y lloviznaba un poco, y parecías tan liviana que te escapabas como en un sueño, como si fueras a emprender vuelo más por aérea que por otra cosa, naturalmente. Y yo no podía agarrarte porque estaba anclado de este lado, pensando cursilerias que ahora pongo en palabras pelotudas que nadie va a ver en las películas de Kim Ki-duk, como yo nunca pude ver a Nietzsche, y eso que lo veo en todas partes.

Estamos exentos de esa actitud, de esa liviandad. Procedemos de una larga cultura del discurso, de la prédica, de la que no podemos escapar así como así, está metida en nuestra sangre, marcada por el paso milenario de nuestras religiones y nuestras exégesis. Es ahí donde pertenecemos y, probablemente, ahí también sea donde tengamos que buscar eso que, sin ser una mudanza de pensamiento (como Carpentier, no me engaño, podemos degustar lo oriental pero no participarlo) es una forma de tomarnos a nosotros mismos y rematar nuestra verdadera forma. ¿Dónde está eso que perdimos en el camino de los milenios? Escondido en el camino de los milenios, y se encuentra caminando para atrás... 

"En verdad, tú eres el Dios Escondido" (Salmos)

Bueno, y el final no me gusta pero me quedé sin palabritas y son las 4 de la madrugada y tengo sueño y como estoy enfermo me clavé un jarabe que me deja medio tonto y probablemente este post sea producto de una intoxicación farmacéutica. Pero todo eso es metalingüístico, es que así de complicados somos.

Buenas noches. Sinceramente suyo: Mateo.-

sábado, 2 de febrero de 2013

Las calaveras también saben reír




"Si los hados quieren hacerme rey, lo harán sin que yo busque la corona."
(Macbeth, I, III)

"A los diversos amos que aclamaron su corona cuando era rey, Ubu encadenado ofrece el homenaje de sus grillos" 

(Ubu Encadenado) 

El camboyano que hace el turno de la noche en este hostel me esta apurando para que deje de romper los huevos acá abajo, así que voy a intentar hacerla corta, pero no te prometo nada pibe. 

Una profesora a la que yo admiraba bastante me dijo una vez: "Los estúpidos son mas peligrosos que los malos, los malos saben lo que hacen y porqué".
Antes de viajar mi viejo me preguntaba retoricamente "Cómo sera Phnom Penh?", le llamaba la atención conocerla por lo que había leído sobre el genocidio camboyano... 
La cosa viene mas o menos así: había una vez un par de camboyanos que, durante la colonia francesa terminan estudiando en París. Estudian diversas cosas como radiocomunicaciones o literatura inglesa; el que seria luego el jefe de la prisión mas importante del país y de la policía secreta conocida como S-21, era un genio de las matemáticas (pero ese no estuvo en París, creo). Algunos le dan mas bola al estudio que otros. Khieu Thirith, por ejemplo, seria la primer mujer camboyana en graduarse en occidente, se diplomo en literatura inglesa especializada en Sakespeare; por otro lado Saloth Sar, mundialmente conocido como Pol pot, futuro Secretario General del partido y, por tanto, capo máximo de Camboya, le iba medio para el orto en la carrera y no estudiaba mucho.
La cuestión que estos muchachos camboyanos, como por esos años en París era la ultima moda, se hacen comunistas y, ya que también eran asiáticos, de paso maoistas. Pasa que no se podía estar con Vietnam y China al mismo tiempo porque aparentemente Mao estaba peleado con Ho Chi Minh por unos juguetes que le presto y no le devolvió o una cosa por el estilo. Los muchachos vuelven a Camboya y ya que estaban al pedo porque la literatura no da de comer, fundan una guerrilla comunista (los Khmer Rouge, o Jameres Rojos) y derrocan al dictador que andaba por esa época que ya me olvide el nombre, corren a los yanquis, encierran al rey en el palacio y lo dejan ahí piola por las dudas; hasta acá la comunista típica.  Todo eso pasa un 17 de Abril de 1975, cuando los Khmer entran a la capital, Phnom Penh, entre los festejos de la gente que se pensaba que era el fin de una época de sufrimiento y guerra. Camboya año cero, la cosa se va a poner peor.
Inmediatamente después de la entrada a Phnom Penh, Pol Pot inicia el plan que venia masticando desde que andaba al pedo en París: una nación absolutamente agraria, autosuficiente, cerrada al mundo y, según él, comunista. Pol Pot decía admirar a los campesinos y odiaba a los intelectuales (menos a la minita esa que estudio Shakespeare porque era su cuñada), quería volver a una sociedad idílica parecida a la época de la cultura Khmer, creadores de estos porongos, de quienes la guerrilla toma el nombre. Entonces Pol pot evacua en largas marchas todos los centros urbanos y aldeas del pais y los manda al campo; Phnom Penh queda desierta, solo viven allí las altas cúpulas del mando comunista y los soldados; se elimina la moneda, la economía  el arte, el sistema de salud, las escuelas, la religión  todo esta prohibido. Hay una sola cosa para hacer en lo que se dio a llamar la Kampuchea Democrática: cultivar arroz o apuntar gente con un fusil de fabricación china para que cultive arroz. Un embole.
La situación en y respecto a Camboya se vuelve un poco confusa. La gente en el país no sabia ni quien era el líder, lo conocían como "Camarada Uno", pero no hacia apariciones publica; cada tanto arrestaban a uno y no sabían porqué, solo se referían al gobierno como "Angkar" (la Organización)  y  casi nadie tenia el privilegio de ver a su familia, porque la familia era una cosa burguesa aparentemente. La comunidad internacional no entendía un carajo. Los yanquis no querían saber nada porque cada vez había mas comunistas en Asia y justo se tenían que rajar a la mierda de Vietnam; los vietnamitas se referían al país como "Nuestros hermanos camboyanos", pero lo cierto es que prácticamente no mantenían relaciones de ningún tipo y la propaganda Khmer, contradictoriamente, hacia constante hincapié en que el enemigo era vietnamita; los tailandeses todo bien hasta que en un momento unos guerrilleros le cruzaron la frontera y le mataron como treinta campesinos, los mismo con Laos, cortala gil que estos campesinos no son tuyos... Los chinos, bueno, los chinos son chinos, apoyaban a Camboya porque parecía que eran maoistas, pero mas que nada porque les hacia falta el caucho y el arroz que cambiaban por armas. Un quilombo, nadie entendía nada, las fronteras de Camboya estaban absolutamente cerradas al mundo y los comunicados oficiales decían que estaba todo bien, que no había drama. En "La Insoportable Levedad del Ser" Kundera relata maravillosamente las reacciones absurdas que esto ocasiono en occidente.
Entre todo ese caos, en cuatro años de gobierno, los Khmer se las arreglaron para que murieran, entre centros de exterminio de "los enemigos del estado" y de hambre y enfermedad en el campo, tres millones de personas, un cuarto de la población del pais, sin que se cumpliera siquiera la autosuficiencia alimenticia que buscaban, ni la idilica sociedad rural que Pol Pot imaginó mientras no entendía un carajo lo que estudiaba en la Sorbona. Se asesinó sistematicamente a todos los intelectuales o que pecaran de parecer inteligentes por no ser "autenticos" Khmer, es decir, campesinos ignorantes sin dientes. Esto dejó un legado de ignorancia que hasta el dia de hoy persiste en el pueblo camboyano.
Después, en la desaparición y la paranoia se empiezan a matar entre ellos mismo acusándose de traidores unos a los otros. Pol Pot hablaba del enemigo interno que, según el, era vietnamita. Los vietnamitas no entendian un carajo y menos entendieron cuando los Khmer empezaron a atacar la zona del delta del Mekong. Como Vietnam no se anda con vueltas, organizó una invasión junto con un montón de desertores camboyanos y tomó Phnom Penh en cuestión de poco tiempo. Aparentemente Pol Pot se enteró de la invasión cuando estaban entrando en la ciudad, así que se escapo a la selva con los Khmer que quedaban para después irse al exilio a Tailandia. 
Otra sarta de malentendidos: los tailandeses le tenían miedo al comunismo vietnamita así que se disparaban con los Khmer que quedaban en la frontera creyendo que eran del vietcong; la prensa occidental decía que los vietnamitas habían atacado Camboya de forros que eran nomas, así que las grandes potencias de occidente no reconocieron al nuevo gobierno camboyano y les dejaron a los Khmer Rouge mantener su lugar en la ONU, es decir, un grupo de guerrilleros maoistas genocidas tenia voz y voto en la Asamblea de las Naciones Unidas... Eso habla bastante mal de la seriedad de dicha institución. Los chinos por las dudas atacaron el norte de Vietnam porque consideraban a la invasión fuera de lugar, hasta que tuvieron que parar haciéndose los boludos cuando se dieron cuenta que se habían mandado un moco. En fin, una comedia de estúpidos  un cuento contado por un loco, una cosa absurda y risible que se llevo a tres millones de cristianos (budistas supongo, en este caso), un genocidio, una serie de enfrentamientos y de intrigas políticas que no son mas que el producto de una cosa: la infinita, constante y tragicómica estupidez humana.
Pol Pot era un estúpido un tipo que creía mucho en algo pero no estaba muy seguro de lo que era, como esa gente que cree en rezarle a un dios que no puede, bajo ningún concepto, percibir en las cosas que lo rodean, como se muestran los mejores dioses. El y un par de profesores de literatura, arrojaron mas mal al mundo en solo unos años que todos los terroristas juntos en los últimos cincuenta años. La inquisición española era lo mismo, los protestantes conservadores republicanos estadounidenses que propician guerras en donde venga también. Todos unos débiles mentales, babosos retardados que no entienden qué hacen ni porqué lo hacen, risibles en sus métodos; no soy yo quien para juzgarlos eticamente, no me interesa tampoco, pero si puedo reírme de los tarados, es mi derecho mas intimo. 
Una sola medida para las personas: su escepticismo. Alguien que no cree, o que cree poco no tiene razones para fundar campos de exterminio, no le hace falta, puede cruzarsele la idea por la cabeza, pero por vagancia o aburrimiento no lo hace, y tal vez llegue a hacer mejores cosas, entre tanto le diviertan por presentar todos los días algo distinto para el pensamiento, una nueva cosa en que dejar de creer mas tarde.


Hoy estuvimos en los campos de exterminio de las afueras de Phnom Penh y en la famosa cárcel del S-21 en la ciudad. En los campos te daban una audioguia sumamente didáctica, así que todo el mundo recorría el precioso parque bajo el que están enterrados todavía miles y miles de huesos en fosas comunitarias sin abrir. Nadie hablaba, escuchaban, la primera vez que vi a los gringos tan tranquilos. En este árbol los soldados reventaban las cabezas de los bebes de las madres asesinadas, en esta caja de vidrio se guardan los huesos que afloran en la época de lluvias, aquí estaba el lugar donde se guardaban las herramientas con la que se atendía el lugar y se mataban las victimas, etc, etc, etc. Fuimos con un pareja de franceses muy simpáticos  todos estaban muy emocionados. En la cárcel la cosa era un poco distinta, siempre la parafernalia de los guías explicando boludeces en voz alta y los japoneses y los australianos sacándose fotos adentro de las celdas. Yo no estaba emocionado, muy adentro mio me daba risa, la tragicomedia, Ubú Rey, Ubú Encadenado, la maravillosa y eterna estupidez, mayor motor de una raza suicida, apocalipsis. Comunistas, fascistas, católicos  protestantes, fanáticos a ultranzas de un equipo de fútbol, todos mas o menos lo mismo.
Vuelvo en el tuc-tuc a la ciudad con el viento en la cara y estoy extrañamente contento después de ver tantos cráneos y fotos de cadáveres. Como dice Gide, la vida cobra sentido sobre el fondo oscuro de la muerte. Estoy vivo, Yo estoy vivo.

El día que llegamos a Phnom Penh asistimos por casualidad a las celebraciones fúnebres del rey de Camboya (porque el país es una monarquía de nuevo), los camboyanos agolpados en las plazas. Una señora me dio una vela y unos sahumerios para que rindiera culto en una pequeña pagoda donde la gente hacia fila, lo hice, por supuesto, el descreimiento no me quita la experiencia, nunca. 
Finalmente, y como para dejarle algo de aprendizaje a todo esta acumulación de incoherente debilidad mental, ya sé como es Phnom Penh viejo... Es estúpida  absurda, risible, como todas las ciudades del mundo, pero un poquito mas.

Phnom Penh, 3 de febrero de 2013.-