jueves, 6 de octubre de 2011

Cine IV: "El Castillo" de Kafka por Haneke


Tuve una gran época de Kafka, allá por mis años mozos de inicio de carrera pedorra. Creo haber leído casi todo, lo importante al menos, aquello que el buen trujamán putito de Max Brod nos legó. Me incomodé hasta los huesos con "El Proceso", me asfixié y decepcioné con "El Castillo", dude de que haya escrito "América" (que leí con muchísimo gusto en la edición de Borges, antes de que empezaran a llamarla "El Desaparecido"). El cuento preferido de mi padre probablemente sea "Informe para una academia", lo leí por eso; me reí con "Josefina la cantora, o el pueblo de los ratones", me maravillé con "La construcción de la Muralla China" y tuve la certeza de que "Ante la ley", "En la colonia penitenciaria" y "El Proceso" eran el mismo relato contado un poco diferente. De "La Metamorfosis" no tengo nada bueno para decir, desconfío por dos cosas: porque es literatura común de escuela secundaria y porque leí por ahí a García Marquez malinterpretándola, y yo odio a García Marquez.
Por otro lado, Michael Haneke es uno de mis directores preferidos. Lo primero que vi de él fue el "El tiempo del lobo" en un cine club y me llenó el alma (si es que hay tal cosa) de un líquido oscuro y horrible, así entendí que el cine era un arte (si es que hay tal cosa). Después creo que vino "La Pianista" y me enamoré de Isabelle Huppert; "La cinta blanca", que la verdad me aburrió bastante, y la mejor de todas: "El séptimo continente".
Hoy vi "El Castillo" y cayó en el momento justo, las buenas películas siempre lo hacen. Mirar esta maravillosa obra en el estado en que me encuentro hoy, es como dedicarse a tirar paladas de sombra a la oscuridad, como querer limpiar el pozo negro con un trapo embadurnado en bosta... Gracias, gracias queridos Kafka y Haneke. Si si, ya sé que la vida es un abismo sin sentido, que la comunicación no existe, que la humanidad es una especie enfermiza y perdida en la tormenta de nieve de la existencia... ¿Pero hace falta que me lo refrieguen por la cara?
Yo y el pesimismo existencial hacíamos buena pareja, pero maduré gente, me gusta pensar que maduré.
A dormir y a soñar con cosas que pasan en las novelas de Corín Tellado. Así que váyanse a la concha de su madre... (vale para vos también, Camus)

6 comentarios:

  1. Porqué, cada vez que uno se siente levemente mas feliz o menos problematizado, cree que maduró?
    Leí el primer capítulo de El Castillo, y me gustó tanto que no seguí leyendo. Ahora me entero por vos que hicieron una película. Ojala tenga pibas en cuero.
    Alma hay, arte hay; y dejémosnos de huevadas. En la concha de mi madre ya no pienso como destino, porque irse es la vida y volver es la muerte.
    Besis~

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  2. No es más feliz, para nada, felices son los adolescentes. Más bien un mismo nihilismo pero sin tantas vueltas.
    En la peli no hay pibas en cuero pero si unos buenos manotazos a entrepiernas.
    La concha de mi madre, bien, gracias.
    Saludos

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  3. Si, vi que la película estaba en la lista de novedades de Cuevana. Supongo que los lugares comunes son cada vez mas comunes.
    Coincido con la descripción del mencionado estado mental, aunque desacuerdo sobre los adolescentes (un relato de mi adolescencia haría llorar a Facundo Quiroga).
    Creo que se siente como un leve pedo de vino, tristemente feliz, como el funeral de un niño.

    Te encargo escribir algo sobre eso~

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  4. Ron "Castillo" con pepsi para ésta pelicula. Estuvo bien.
    ¡Doble desacuerdo! Adolescentes felices pululan, aunque no hayan sido amigos de uno en el secundario. Pero es cierto, mi adolescencia, que haría sonrojar a Dolmancé (las partes que me acuerdo), de feliz nada.

    ¿Escribir algo sobre qué? ¿Sobre Facundo Quiroga llorando levemente en pedo en el funeral de un niño?
    Acepto.-

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  5. Me gustaría saber qué haría llorar a Facundo Quiroga y sonrojar a Dolmancé, realmente...
    Ojala me hubieran hecho leer "La metamorfosis" en la secundaria, nos hicieron escribir un relato sobre la idea de metamorfosis pero al cuento, ni lo nombraron. Al momento de leerlo, bastante después, pensé "por esto me gusta leer", más allá de buscar las correspondencias realistas, disfruté de la manera como está escrito (como un relato fantástico). También leí "El Castillo" con asombro y riéndome del absurdo y de cómo se multiplica el absurdo, que es poco decir sobre el libro. No vi la película pero se me ocurre que Woody Allen hubiera acertado más, por lo menos con mi impresión del libro.

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