viernes, 15 de marzo de 2013

Iglesias


Tenía otra cosa para publicar, pero dada las circunstancias...

He intentado ser cristiano, lo juro, peor todavía: intenté ser católico. Como en mi familia eran todos ateos (menos mi abuela) me bauticé por mi cuenta a los dieciocho años... y nada. Rezaba y nada (si señora, yo rezaba); leía la biblia, la leo todavía, y nada; iba a misa, intentaba guardar los preceptos de un buen cristiano, y nada... No pedía un arbusto parlante en llamas, que el mar se abriera o que una columna de fuego me dijera con voz de película de los 70's "ego sum qui sum"; yo nomas quería entender eso de la fe, percibirlo en tanto algo que no me pareciera una ilusión. Tal vez lo percibí en algún momento, y la ilusión fue tan evidente que debe ser la fe en el dios de los cristianos lo que me hizo agnóstico, por contradictorio que suene. Para descorrer el velo de Maya hay que primero ver el velo, y el siguiente velo, y el siguiente...
Después leí unos fragmentos de Spinoza y otros de Voltaire que ya no recuerdo, muchos anarquistas y Nietzsche hasta el hartazgo. Y también teólogos, y ateos combativos y Phillipe Sollers y otras boludeces... Y entendí, como los existencialistas, que si dios no existe nada cambia, que si dios existe nada cambia. El mundo ya es suficientemente divino por sí mismo (esto no lo decían los existencialistas, que son todos medios depre) y no necesita una justificación anterior para su belleza (para su terrible belleza). Lo Divino no puede estar fuera del mundo, yo soy hijo de este mundo, y todo lo que me huele a transmundismo tiene para mí el hedor de lo que está muerto. Yo estoy vivo, y no puedo ya creer en un dios estático que mi voluntad rechaza, aunque eso no signifique que niegue a Dios. La vida es lo único sagrado.

Si no cuento una anécdota este blog no tiene gracia: una vez cuando era chico le dije a mi vieja que iba a la iglesia a ver cómo era, así que agarramos la bici con un amigo y nos fuimos a la hora de la siesta, pleno sol, pueblo dormido. Cuando llegamos estaba cerrada y nos pusimos a jugar en esos arcos vacíos, de los que parece que se hubiera bajado la estatua de un santo, escalando las paredes y andando en bici por los escalones estuvimos un buen rato. No va que en eso aparece el cura y nos saca cagando, a los gritos. Volví enojado y le dije a mi vieja que el cura era un viejo puto. 
Desde entonces cada vez que veo una iglesia, entro. He estado en todas las iglesias que he encontrado en cada ciudad que estuve. Córdoba tiene unas iglesias preciosas, la de los Capuchinos es la más linda aunque sea lugar común, la de la compañía de Jesús tiene lo suyo sin embargo. Mi preferida es una iglesia en Chichicastenango, rodeada por las carpas del mercado, donde los guatemaltecos rinden culto a Maximón, así que no hay bancos ni nada porque hay que saltar y bailar y tirar Coca-Cola arriba del altar de piedra. En el Convento de la Merced en Antigua creo que tuve una revelación. También en la basílica de la Lupita en D.F., en la que es imposible no marearse (la experiencia es mística) cuando uno entra porque toda la parte delantera se hunde, como la ciudad que la corona, nunca me voy a olvidar de esa iglesia porque comí algo que me intoxicó como nunca y por segunda vez pensé que me moría; y en D.F., también, la Catedral Metropolitana que tiene el instrumento musical más grandioso que he visto en mi vida ¿o era en Cuzco? Donde uno camina dos pasos y hay una iglesia en la que meterse, aunque nada iguale su suntuosísima catedral, basílica de la virgen de la Asunción, hecha a fuerza de sangre y oro robado (ay, me puse combativo). Y La Paz, y Antigua mil veces más, y el santuario del Gauchito Gil en Mercedes, y una capilla chiquitita que encontré en un recodo en el pueblo de mis abuelos, y otra abandonada en el medio del campo que recuerdo vagamente, y otra adventista de madera, pintada de blanco en la Isla de Utila, en la que vi marchar a los mulatos a misa; y la horrible fachada de la Catedral de Buenos Aires (¡pero qué pisos!), y la de los jesuitas en Alta Gracia (acá nomás, cruzando la calle). Las mejores catedrales góticas las he visto en Argentina, no sé qué tendremos con lo gótico, será que queremos ser cristianos a lo europeo y no nos sale hacer algo más o menos propio: unos rosetones preciosos en Lujan, La Plata y Córdoba de nuevo. Y por supuesto la Iglesia de mi pueblo a la que vuelvo siempre, a la hora de la siesta, cuando veo la puerta entreabierta y sé que no hay nadie... 
Kropotkin dijo "La única iglesia que ilumina es la que arde", y Nietzsche que había que sembrar serpientes en los lugares de culto de los católicos para que las generaciones futuras los vieran como lugares terribles... ¿Para qué? Para exageraciones están los creyentes, yo no necesito militar en nada para matar nada, es la propia belleza del mundo lo que destiñe para mi a las cosas de sus valores falsos, y las deja desnudas, como belleza pura y nada más. 
Francisco de Asís, antes de volverse absolutamente asceta, sintió el llamado a reconstruir iglesias en ruinas, y lo hizo a pesar de los mismos curas de algunas de las parroquias que lo consideraban loco. A mi me encantaría construir una iglesia, capaz lo haga algún día, desde los cimientos hasta la cruz en la punta, donde mi Cristo se habrá bajado para bailar entre nosotros... Por lo pronto lo más parecido que hice es construir un Gauchito Gil y clavarlo en un árbol (la anécdota de eso para otro día); mirá, acá está :


Estoy en un bar, afuera llueve, escucho Bach (Que me gusta más que Vivaldi, la aclaración no es inocente) y pasan unas chicas preciosas con paraguas, y unos señores apurados y los empleados corren a bajar las lonas de los negocios. El mundo sigue siendo maravilloso.
Francisco I está en la Santa Sede, y yo lo saludo con todo el honor que se merece: ¡por un reinado largo y próspero! ¡Salve Petrus Romanus, sucesor de Gloria Olivae, Papa del fin de los tiempos!

8 comentarios:

  1. Leí que en cierto momento el mundo por haber sido creado por Dios era sagrado. Pero que (no me acuerdo si tendrá que ver con el pecado) estar en (in) el mundo pasa a ser in-mundo, una inmundicia.

    Todavía podés ser cristiano reivindicando la vida. En parte. Porque si bien la cosa pareciera ser ¨la otra vida¨ la salvación o condena eternas se juega en la vida de ahora, tiene mucho valor.

    Me siento tocada cuando dicen que todo transmundismo... lo muerto. En todo caso, a mí ¨me gusta la muerte¨ me parece...qué sé yo.

    Las iglesias esas tienen un impacto... y me gustaría, además de rondar lo que tiene que ver con la muerte (ey..! yo iba a escribir un post sobre la muerte, pero es un tema que me queda medio grande), ir a iglesias muy góticas.

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  2. André Gide "los alimentos Terrestres" y, no tanto, "Los nuevos alimentos": Dios está en el placer de la vida... Los árabes (creo) en cierto momento prohibieron el milagro, porque todo lo que escapa al orden del mundo (que es perfecto por ser creado por Alá) debe ser una herejía... Asesinatos religiosos aparte siempre me gustó esa idea...

    ¿Qué se juega en la vida de ahora? ¿La otra vida? La vida es un valle de lágrimas, dicen... Y también te dan el método para ingresar por la puerta pequeña a la otra vida. Yo no sé que autoridad, si te quedas sin metafísica, puede legitimar ese método... Pero sin metafísica tampoco importa mucho "la otra vida"... No puedo ser cristiano en ese sentido, al menos no sin rechazar la doctrina fundamental, o si puedo, como cualquier otra cosa.
    Supongo que te referís a que tenés un pensamiento de corte metafísico, no a que salís a profanar tumbas ni nada de eso, espero... El concepto de transmundismo es de Nietzsche, seguramente lo sabés, no puede no sonar como un desprecio, pero a Nietzsche no hay que darle mucha bola.

    Podemos escribir el dialogo de la muerte, como si Platón hubiese tenido blog...

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  3. Por qué esto de a Nietzsche no hay que darle mucha bola, a qué te referís?

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  4. Porque Nietzsche es bastante exagerado, hay que aprender a reírse de él, sino termina siendo más de lo mismo: mucho boludo que se dice nietzscheano, eso es un contrasentido... Zaratustra dice: "Cuando hayas descreído de todo, descree también de Zaratustra"

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  5. ¡Eh! Este texto es hermoso, Mateo. Uno de los más lindos que te he leído.
    Muy lindo cómo narrás tu relación con lo divino, la anécdota de infancia, tu paseo por las iglesias, todas tus reflexiones, todo.
    Lo disfruté mucho.

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  6. Contá qué iglesia es la de la imagen que encabeza el texto.

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  7. La imagen del encabezado es la iglesia metropolitana en Mexico DF donde me parece que no se podía sacar fotos y la saqué de canuto...

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