viernes, 22 de febrero de 2013

Cine VI: "Hierro 3" de Kim Ki-duk


Conocí a Kim Ki-Duk, o por lo menos a sus películas, allá por el año 2006 cuando empezaba a estudiar en mi tercera universidad, después de haber abandonado de manera patológica en las otras dos, luego de un largo periodo de recondensación sobre mí, en el que junté mis partes y rematé, a la manera de la frase de Pico de la mirandolla, mi verdadera forma.
Fuimos a un cine club en el alto de un club (valga la redundancia), no me acuerdo con quién. Por aquel entonces el ambiente me parecía medio intelectual, serio, con esa concepción estúpida de algunas cosas que tiene uno cuando todavía es muy joven (y no es que lo haya dejado de ser, por el contrario, me siento un tipo mucho más nuevo que en ese tiempo), hasta que después se van conociendo a los boludos atrás de las caras y uno se da cuenta de que esas cosas no existen, esas cosas serias... Por supuesto que yo iba más que nada para ver mujeres, ya que venía persiguiendo hace rato a una estudiante de cine que dicho sea de paso jamás me dio bola. Estaban preparando para pasar "Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera" y habían puesto a un boludo al frente para que hable un poco antes de la pelicula. El boludo era un estudiante también joven, de pelo suelto y barba desarreglada, que en similar y franco plan de levantar minitas de primer año, se puso a hacerse el copado con esa resolución que tienen los que no entienden nada... Me acuerdo que dijo que para entender la película había que tener en claro el concepto del Eterno Retorno de Nietzsche, y yo, aún sin haberme tragado tres veces el Zaratustra, pensé: "pero que boludo...".

A la película la vi y me encanto, la vi varias veces incluso, y nunca pude encontrar ahí a Nietzsche, ni todas las pajereadas con las que se atragantó el de la barba. Pasó el tiempo y la mina de cine no acusó recibo y me olvidé y me pasaron otras cosas y la vida se fue dando torrencial y delicadamente, sin que le calentara demasiado Kim Kiduk; pero siempre me quedó la sensación de que a esa película la había visto en el momento indicado, cuando yo, también, tenía que arrastrar mi propio peso atado a la cintura, colina arriba.

Años después con una novia que tenía alquilamos y vimos "El tiempo", y me pareció una mierda absoluta, salida de otro director en otro momento, con un argumento pedorrísimo y una cosa como de fondo con moraleja que me dejó ese gusto amargo a moral que solo se limpia revolcándose como un animal.... Andate a la mierda Kim Ki-Duk, pensé, forro, sos un koreano forro y no te banco.

Después, como de casualidad, porque un amigo la había bajado, vi "El Arco" y ahí le agarré cariño de nuevo al koreano forro, por la sencillez de la trama mágica, bien a lo asiático, sin la moral esta vez, había vuelto a lo Necesario, a eso que tiene que darse en el mundo no por un imperativo, sino ya por la absoluta decisión y necesidad de ser, de presentarse atravesando lo contingente como la flecha que cae sobre la vagina de una mujer y le quita su virginidad, cumpliendo, de una forma sutil y elegante, su promesa de existir...  Hay unas casas, junto al delta del Mekong, que parecen crecer como juncos desde el río y se levantan altísimas, y sus habitantes se asoman al abismo sin barandas para escapar graciosamente a la muerte en sus quehaceres cotidianos, son mágicos y a la vez son reales, elegantes en la simpleza, como esas vasijas con plantas de agua y peces de colores que los tailandeses ponen en todos lados, como un sueño que no se distingue de lo real.

Hoy vi Hierro 3, me la trajo mi buen amigo El Loco Esteban, a quien le estuve discutiendo por un buen rato que había sido él el barbudo que dijo esa vez lo de Nietzsche y la película. Parece que no había sido, pero bueno, usted me entiende Dr. Monteleone: mi afán de discutirle a un recuerdo, sepa  disculparme por favor.

La película usa un único tema como banda sonora, de manera diegética (aaaah, los cagué mierda, aprendí cosas de cine y eso que nunca me levanté a la minita), los dos personajes principales no emiten palabra alguna, solo ella, llegando al final; y la trama es tan simple como bella en su falta total de explicaciones innecesarias, propias del cine occidental, discursivo. El discurso es algo pesado, engorroso, y es solo la liviandad de la desaparición lo que buscan estos personajes, la absoluta libertad del la autoaniquilación. Ahí le erraste Kundera, conceptualizaste hasta el hartazgo lo que Kim Ki-Duk se limita a mostrar en funcionamiento, pero vos no podías hacer otra cosa desde Praga, donde Kafka pensó más de lo que vivió sobre todo lo que en este mundo es pesado y engorroso.

Desaparecer. Ser en ninguna parte y en todas, liviano y violentamente metódico, como las representación de Buda en su actitud de calmar la mar, decidido con el cuerpo que, nosotros lo olvidamos, es también el alma. No hacen falta palabras para eso. Después el Budha se reclina y consigue la iluminación, sonríe, y eso exaspera a los oscuros. La sonrisa es una aceptación tranquila del mundo, del absurdo del mundo. Budha siempre está sonriendo levemente, aceptando, sin ningún tipo de resignación, por otro lado.

Me acordé de vos corriendo con el vestido suelto y los zapatitos en la mano por el camino del patio, y era una mañana de verano y lloviznaba un poco, y parecías tan liviana que te escapabas como en un sueño, como si fueras a emprender vuelo más por aérea que por otra cosa, naturalmente. Y yo no podía agarrarte porque estaba anclado de este lado, pensando cursilerias que ahora pongo en palabras pelotudas que nadie va a ver en las películas de Kim Ki-duk, como yo nunca pude ver a Nietzsche, y eso que lo veo en todas partes.

Estamos exentos de esa actitud, de esa liviandad. Procedemos de una larga cultura del discurso, de la prédica, de la que no podemos escapar así como así, está metida en nuestra sangre, marcada por el paso milenario de nuestras religiones y nuestras exégesis. Es ahí donde pertenecemos y, probablemente, ahí también sea donde tengamos que buscar eso que, sin ser una mudanza de pensamiento (como Carpentier, no me engaño, podemos degustar lo oriental pero no participarlo) es una forma de tomarnos a nosotros mismos y rematar nuestra verdadera forma. ¿Dónde está eso que perdimos en el camino de los milenios? Escondido en el camino de los milenios, y se encuentra caminando para atrás... 

"En verdad, tú eres el Dios Escondido" (Salmos)

Bueno, y el final no me gusta pero me quedé sin palabritas y son las 4 de la madrugada y tengo sueño y como estoy enfermo me clavé un jarabe que me deja medio tonto y probablemente este post sea producto de una intoxicación farmacéutica. Pero todo eso es metalingüístico, es que así de complicados somos.

Buenas noches. Sinceramente suyo: Mateo.-

8 comentarios:

  1. Sólo si lo hago en cuotas.

    ¨Conocí a Kim ki-duk...¨ en el videoclub en el que trabajaba. Club de cine en el que nunca aprendí nada, ni de cine, más siendo que el entretenimiento siempre supo usurpar todo pensamiento sobre lo que sea ¨cine¨. Cundo me pedían sugerencias solía mentir -exceptuando los clientes con los que compartía el pathos-. Una de las veces que dije la verdad (vale decir, lo que yo realmente opinaba)a la persona equivocada, me arrojó la película arriba del mostrador (era una devolución). ¨No hablan en esta película, es malisima¨- me dijo. Era nada más y nada menos que Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera...
    Después sigo, porque no dije nada de Hierro tres y me interesaría hacerlo.

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  2. que lindas épocas aquellas de boludos intelectuales....

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  3. Oh! Laurita! Una alegría infinita el encontrarte acá... Miren la peli, prometo que no es de esas que les recomiendo y son un bodrio...

    Por los boludos intelectuales, salud!

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  4. Lo único que vi de Kim Ki-Duk fue un pedazo de «El tiempo». El DVD, pirata, se cagaba a los quince minutos de película. Bastó para que le notara esa cosa de moraleja de la que hablás.

    Me encantó: «... luego de un largo período de recondensación sobre mí, en el que junté mis partes y rematé (...) mi verdadera forma».
    También, por diferentes razones: «Andate a la mierda Kim Ki-Duk, pensé, forro, sos un koreano forro y no te banco».

    ¿El de barba logró levantarse alguna mina con su discurso sobre Nietzsche?

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  5. Siempre lo logran...
    El Tiempo, si ves el final, peor... Pero dale una segunda oportunidad y mirate "Primavera, verano, otoño...", ya que veníamos hablando de los dibujitos de los budistas y las tareas inútiles... Cada tanto mete un centro el koreano (para mi profesor de gimnasia del secundario que sepa que por lo menos uso metáforas de fultbol)...

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  6. Ok. Tomo tu recomendación.
    Jajaja. No me digas que tu profesor de gimnasia del secundario intentaba hacerte jugar al futbol sin lograrlo. Ese era mi caso también.
    A pesar de eso, y de no mirar un puto partido, yo también uso cada tanto alguna metáfora de futbol. Quedar en off side, por ejemplo.

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    Respuestas
    1. Son parte de la cultura, qué se le va a hacer... Las clases de mi profesor se basaban en jugar al futbol, no jugar y no ir era lo mismo...

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