martes, 21 de enero de 2014

Ciudades III: Bangkok, Tailandia


-Fragmentos cuaderno de viaje, enero 2013-

Un barco, Chumphon y Bangkok: el monstruo, la bestia asiática.
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A Bangkok se entra siempre por la puerta de atrás. La ciudad no tiene puertas grandes, y si las tiene no dan a Bangkok. "Ciudad de ángeles" ¿"Aldea de la ciruela silvestre"?. La ciudad es un monstruo impiadoso, un dragón que baila. Varios kilómetros antes de llegar a la bestia ya muestra sus garras de neón, su primer aliento caliente.
Khao San street se abre como una vagina dentada y te recibe. Las prostitutas más lindas y las más horribles viven en Bangkok. por menos de lo que cuesta la entrada al Palacio Real se puede conseguir una chica que en cualquier otra parte del mundo nos daría vuelta la cara sin dudarlo. Casas de masajes en todos lados, gente que te vende escorpiones en un palito, amuletos, artistas del engaño, falsos amigos, trujamanes, australianos borrachos, la policía, lesbianas suecas, japoneses fumando en narguile, montones de tiendas, calzoncillos Calvin Klein, lectores de best-sellers... El bello Tadzio ya no veranea más en la triste y aburrida Venecia, ahora viene a Bangkok donde también está la peste pero a nadie le importa. Yo te vi, Tadzio, subiendo a un barco en Koh Tao camino a Bangkok; tenías todavía en los ojos esa mirada de maldad disfrazada de inocencia, la mirada verdadera de la belleza: el lobo con piel de cordero.
Es posible que Bangkok no sea bella porque carece de discreción, hay cierta discreción en la belleza. Todo en la ciudad es apresurado, atropellador, "evidente". El Buda esmeralda y el Buda reclinado. Risas. ¿Por qué sonríe el Buda? ¿Es que ya no importa nada? ¡Claro que no!

¿Buenos Aires? Un chiquero, ¿Guatemala City? Un chiquero separado por tipos de chanchos. Antigua Guatemala capaz, si no fuese un atolladero de gringos, como Cuzco. Capaz que me quedo con Mexico D.F: secreta, telúrica, materna, sanguinaria, que me dejó casi muerto. Bangkok: ángel y prostituta que no corresponde a nadie. Y... habrá que probar suerte en Vientiane, Phnom Penh, Hanoi, Saigón, ¡en Doha! ¿Kuala Lumpur? Un robot musulmán... ¿Guanajuato? Un tal vez. Tantas... Puerto Vallarta, Guadalajara, Miami, Oruro, Posadas, Georgetown, Managua, qué se yo... Ni soñarlo. Siete mil millones de personas no pueden ser discretas. Dormí, comí, bebí, cogí, cagué y sobre todo caminé a más no poder en las ciudades, y las cosas pasan con la evidencia de que están pasando: las ciudades se publican a sí mismas, son la cosa pública, la asquerosidad de lo tocado millones de veces. Japoneses con guantes y barbijo en el Wat Phra Kaew, justo ahí, en el Templo del Buda Esmeralda, el lugar más sagrado de todos.

Bangkok es la ciudad del fin de los tiempos, todos sus ángeles ya usaron las trompetas. El mundo reventó y Bangkok lo festeja. Camino por Khao San y soy un fantasma, tengo la impresión de que nadie me ve; como en Coyoacán esa tarde preciosa, como en el Convento de la Merced en Antigua, como una vez en Puerto Madero, como en Copán donde todos estaban tan muertos como yo, como un día lluvioso en San Pedro la Laguna. Eterno retorno de lo mismo.
Los hombres, tercos, no se cansan nunca de construir ciudades condenadas a la destrucción. Yo estoy hecho para mirar, nada más; continuamente observador, nunca participo de nada, atrapado en ser un turista. Mirando, mirando sin aliento... Mañana es lunes 14 de enero del año 2013 y yo estoy en Bangkok. Un fantasma, no estoy en ningún lado, voy a ninguna parte y a todas, soy el señor indiscutible de la nada: la cosa salvaje sin nombre. ¿De qué te reís Buda? De nada, por supuesto.

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Todos te preguntan en Khao San road si necesitás algo. No, no necesito nada, nada de nada en absoluto.
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El Buda que camina, que anda por el mundo, nómade, vagabundo, al que no pudieron hacerle estatuas porque la estatuas están condenadas a la quietud. Ese es el Buda que quiero para mí.
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 "Carece por entero de envidia, pero eso no tiene mérito: pues quiere conquistar un país que nadie ha poseído aún y que casi nadie ha visto siquiera" (Nietzsche, "La gaya ciencia", aforismo 238)
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Que lo que cuesta mucho siempre es bueno es una noción bastante estúpida. Lo inesperado, eso por lo que no hemos peleado en absoluto, tiene el valor de la extrañeza y la maravilla. Pelear ciegamente por causas sin demasiado valor llenó a la humanidad de amarguras. Los hombres tendríamos que aprender a esperar lo inesperado, porque también es algo muy difícil de encontrar.
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Viajes en taxi, metro, tren, visas, un aeropuerto monstruoso. Tengo la impresión de que escribir anécdotas de viaje es una cosa inútil, para eso están las veinte mil fotos en digital y los recuerdos que van mutando con el tiempo. Si yo hubiese escrito la Odisea sería una cosa aburridísima.

Canta, 
diosa,
en tu pollera de nacar
y flores azules,
sobre las Selenes que alumbran
la proa de las naves nuestras junto a Escila
y Caribdis,
y los besos que esperamos todos
de las Circes
          y Calipsos
                 y Nausicaas de este mundo.

Acelero, 
y es de noche.
Las luces de la ciudad se dibujan
como nuevos barcos
a países de nadie.

En el campo el silencio es más tenebroso que los gritos, y los zorros callan entre ellos sus secretos y motivos misteriosos.

¿A dónde volvés así, vestido como mendigo, sin una misera bolsa de vientos atrapados, ni una aleta de sirena, ni unos cerdos que supieron ser guerreros par alimentar a quienes se hacen llamar tus invitados?



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